Butaca de Gallinero: Lo mismo
Si existe un género capaz de soliviantar la estabilidad de la pareja heterosexual ese es sin duda la comedia romántica. Qué discusiones en la puerta del cine para elegir película, qué trifulcas junto a las estanterías del videoclub cuando toca tarde de manta y sofá. Pero no se dejen engañar, está todo calculado. La comedia romántica no se inventó para desunir, sino para legitimar el statu quo universal. Estamos, probablemente, ante el más conservador de los géneros cinematográficos. Nada de lo que pasa en una comedia romántica es imprevisible. La chica siempre se quedará con el chico bueno y generalmente atractivo (excepto si se trata de Bill Pullman), nunca con el multimillonario engreído. El chico nunca se quedará con la joven promiscua y sexy, a menos que esta se redima y abandone su vida de pecado para abrazar el matrimonio y la maternidad. Que luego en la vida real las cosas no terminen exactamente así es otra cosa, pero en los cines los guiones tienen que ser canónicos, científicamente medidos y deben desmentir cualquier teoría disidente que pretenda desestabilizar el sistema, como esa desfachatez de modernos que dice que los hombres y las mujeres (sexualmente atractivos, claro) pueden limitarse a ser amigos y que desmontó con tino Cuando Harry encontró a Sally. Existen honrosas excepciones, como la hiperrealista 500 días juntos, pero en esa no salen ni Julia Roberts, ni Meg Ryan, ni Sandra Bullock, así que no cuenta. Roberto Aguirre © humorenlared.com |
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