febrero 7, 2012

El Ampli: La hora del test sin pastas

Canciones, tonadas y demás ingenios musicales sirven para quitar tensión en situaciones complicadas. O para todo lo contrario.

Tengo que renovar el carnet de conducir y acudo a un centro especializado para hacer el test psicotécnico. Estoy aterrado. En el último test que hice saqué un cero. Era de alcoholemía, es cierto, pero no me consuela porque yo suspendo hasta los test de la Cosmopolitan. Intento tranquilizarme. Donde Duele, Inspira, reza el título del último disco de Rafael Lechowski. Trato de seguir su consejo pero la respiración tántrica no amaina la ansiedad. Ni siquiera consigo alivio pensando en las desgracias ajenas, cosa que me suele dar resultado. Ni cuando recuerdo que lo nuevo de The Secret Society, el proyecto de Pepo Márquez (ex Grande Marlaska / Garzón) se llama Peores cosas pasan en el mar. Me adentro en el edificio hecho un manojo de nervios. La estructura es de Hormigón Armado, así intento buscar consuelo en su discografía. Carpe Diem. Pues eso, que si me quedo sin carnet qué le vamos a hacer. Escucho por los auriculares un par de temas del Equinoccio, de Sypnos para infundirme valor.
Me acerco al mostrador y una amable señorita me pide que me aproxime a la sala de pruebas de agudeza auditiva. Ahí me tranquilizo. Me van a poner música por la cara. Me apresuro a garabatear una lista de peticiones, encabezada por el Homenaje a Enrique Morente de Los Evangelistas, el grupo que se han sacado de la manga Los Planetas y Lagartija Nick. Con un poco de suerte el examinador se enrolla y hasta me pincha la discografía completa remasterizada de Cicatriz. Cuando entro en la sala en cuestión un tipo escurrido y de pocas palabras me invita a sentarme en un taburete. Me dice que cierre los ojos, que me va a acercar su reloj a uno de mis oídos y que yo le tengo que indicar cuándo comienzo a escuchar el tic-tac. Vamos, que este no me va a poner ni el Silly Symphonies de Mendetz. Pasan los minutos y no escucho nada. Me angustio. De repente me he quedado sordo selectivo. Nunca volveré a escuchar música. Jamás podré volver a oír los arreglos instrumentales de Bass Country, el nuevo trabajo de Chalwa Band & King Konsul. Entonces el señor me dice que lo siente, que se ha confundido y me ha puesto junto a la oreja su reloj digital en vez del de cuerda. Avergonzado me da su visto bueno y acudo a la siguiente prueba.
Voy cogiendo confianza. Preferiría estar en La Polinesia Meridional, en La Casa Azul de Guille Milkyway, pero en la sala de pruebas de agudeza visual no se está tan mal. Hasta que una señora me sienta en una silla giratoria, habilita frente a mi cara el dispositivo de puntería que usaba Luke Skywalker en La Guerra de las Galaxias antes de volar la Estrella de la Muerte y, según me va tapando aleatoriamente el ojo izquierdo y el derecho, me pregunta que qué leo en la pantalla que tengo enfrente. Le digo que lo único que veo son unas extrañas runas élficas de palo seco. Me dice que soy el primero de la mañana que no hace el chiste de los caracteres cirílicos. Esta tampoco me pone hilo musical. Con lo que hubiera molado tragarse del tirón The Great Escape Artist de Jane’s Addiction. O El gran apagón de Los Esclavos. Bueno, este mejor no, que con las luces apagadas no veo nada y la bruja es capaz de no pasarme la prueba. Al final me dice que paso, porque tengo un ojo miope y el otro hipermétrope y que ambos se compensan. También que tengo ciertos problemillas para ver en tres dimensiones, a lo que contesto que las entradas de esas películas son ridículamente caras así que me viene fenomenal tener justificante médico. Salgo de la sala más feliz que la cuarta canción del Mood de Elastic Band.
Tras varias pruebas menores, como los 100 metros crawl o ganarle al ping pong al bedel del primer piso (no incluida en el programa pero que hago de todos modos para matar el tiempo) accedo a la prueba final, el videojuego de la bolita, que consiste en dirigir con dos mandos un círculo que avanza por una simulación de carretera sin tocar los bordes más de 500 veces.
Los gráficos son una mierda, el sonido penoso, el argumento repetitivo y los personajes bastante planos. Podía ser peor, podía ser el Big Rigs: Over the Road Racing, una auténtica Pesadilla adulta y no el disco de Juanita y los Feos, que de hecho se deja escuchar bastante bien.

Descoordinación crónica

La paso por los pelos (no pongo nombre ni nada), creo que porque el muchacho que me hace la prueba está harto de que canturree temas de Power y Electric Fuel, lo último de Stereozone y Babylon Rockets respectivamente, y quiere que me largue pronto.
Finalizadas todas las pruebas vuelvo al mostrador del principio, donde me dicen que he pasado el test psicotécnico. Pregunto si esto es puntuable, si los que pasamos los test optamos a algún tipo de premio o accedemos a alguna categoría superior, si existe algún tipo de liga de campeones de test psicotécnicos. Me dicen que no, y me informan de que se están pensando hacerme un test psicológico fuera de programa. Les digo que no es necesario, me doy la vuelta y comienzo a andar silbando una power ballad de Mägo de Oz, acelerando el paso según me voy acercando a la puerta de salida.

Javi Trilobite © humorenlared.com

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