marzo 20, 2012

El Ampli: Favores que escaman

Los efectos relajantes y pedagógicos de la música parecen comprobados. Pero adoctrinar a una bestia es una tarea más complicada.

Un amigo que va a pasar el fin de semana en una casa rural me deja su cría de caimán para que se la cuide. No es que tenga demasiada experiencia en tratar con seres no humanos. Como mucho me pongo el nuevo disco de Los Inhumanos, que siguen dando el callo 32 años después, pero eso es todo. En cualquier caso, acepto quedarme un par de días con el animal porque si me saco fotos con él, al lado del ficus, y las cuelgo en mi perfil de Facebook parece que he estado pasando unos días en Florida en vez de en el bar de abajo. Que estan los Tiempos Difíciles, como titulan The Locos a su último álbum, y hay aparentar reduciendo el coste al mínimo. Mi amigo me dice que todas las cosas del caimán están en su bolsa de viaje y que si tengo dudas que le llame. No le hago mucho caso mientras me imagino a mí mismo emulando con el bicho los revolcones fluviales de Tarzán. Me doy cuenta de que tengo puesto de fondo Medieval & Legendario, lo nuevo de Tierra Santa y me emociono un poco.

Me quedo a solas con el caimán y caigo pronto en la cuenta de que es un engorro. Pasarse el finde con Che Sudaka debe de ser de 10 pero estar con el reptil tiene pinta de ser de lo más aburrido: es demasiado pequeño para no parecer ridículo en las fotos tarzanescas pero lo suficientemente grande como para que mi integridad física no se vea comprometida. No obstante, por aquello de La virtud del invitado, cosa de la que están al corriente los componentes de Demiurgo, le preparo un coqueto hábitat en la bañera del baño, con su palmera de plástico, sus nenúfares de goma comprados en el chino de la esquina y su agua tibia. Cuando salgo del servicio me lo encuentro en la cocina, dentro de la pila del fregadero.  Quién me mandaría a mí dejarla llena de agua, platos y restos de comida en suspensión. Pongo The Álbum After The Last One, el flamante trabajo de los Toy Dolls, a ver si el caimán se anima y pasa de baños. No hay manera. Le pongo el Old Ideas de Leonard Cohen. También pasa del canadiense. Intento sacarlo yo mismo.

Mala idea

Regreso del baño después de haberme vendado la mano. Ya no sangra tanto. Los antibióticos nunca están de más. A saber a quién habrá mordido antes este bicho. El caimán abandona el fregadero por su cuenta y se apodera del salón, permaneciendo tumbado en la alfombra. La música ha ido cambiando. Ahora suena Eclipse parcial de lunas, de Quäsar. Demasiado poético para el momento que estoy pasando. Cambio el CD. No termino de decidirme entre Crucificados Por el Antisistema de Lendakaris Muertos o Inercia de Desakato. Los dos álbumes me recuerdan que es la última vez que le hago un favor a un amigo. Intento jugar con él, a distancia. Le tiro una pelota, juego con un ratón de peluche… No me hace ni caso. Me observa fijamente. Parece que tiene hambre.

Me mira con ojos de cordero degollado, como los engendros de las ilustraciones de los discos de Niños Mutantes, que acaban de lanzar Náufragos. Parece que solo quiere carne. Lo unico que tengo son unos san jacobos. Se los ofrezco. Los toca con el hocico, pero no parece que le interesen gran cosa. Tal vez debiera haberlos descongelado antes de ofrecérselos. Estoy por pedirle el periquito a la vecina, pero tendría que dar demasiadas explicaciones. La casa se iba a parecer al Cementerio de animales que tanto les gusta a Lobos Humanos.

Me encuentro al borde de la desesperación, remorando el nombre del nuevo disco de Trashtucada, Tírate del puente, cuando de pronto mi amigo se presenta en casa. Me dice que su novia ha cogido un gripazo fulminante y que se acabó lo de la casa rural, que al final se quedan en su casa y que viene a por el caimán. Se interesa por cómo se ha portado el animalito. Disimulo. Me pregunta si le he dado de comer los hámsters que estaban guardados en la bolsa de viaje que me dejó junto al caimán. Le miento y le digo que sí.  Me compadezco de los pobres roedores, pero todos tenemos que morir, ya lo dice Lana Del Rey en su Born to Die. Mejor tú que yo, me autoafirmo. Mi amigo me comenta que se alegra, porque cuando al caimán le entra el hambre se pone muy agresivo. Suelto una risa nerviosa y despido a mi amigo, que comienza a acariciar al monstruo en el momento en el que sale al descansillo. Segundos después de cerrar la puerta de mi casa me parece oír un grito agudo proveniente del ascensor.


Javi Trilobite © humorenlared.com

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