mayo 11, 2012

Lady Auch: Polla

Debí perderme en algún punto de s.u p.o.l.l.a. Apostaría que fue en su capullo. Rosa y brillante. Húmedo y suave de lamer como neopreno mojado. Años después pude escuchar qué decía. Palabras, sílabas, fonemas que interpretaban una melodía que parecía proceder del mismísimo infierno. Hablaba de amor, de hijos y casamientos. Bla, bla, bla, de lo más banal. “Cállate de una puta vez, hablas demasiado”. Él rompía a llorar. Yo me reía, solo por dentro. Por fuera  lo consolaba y cuando bajaba la guardia me lo tiraba.
Follaba como los ángeles después de llorar. Como desesperado. Como si realmente yo valiera algo. Me pasaba el sentir por el forro de sus cojones y sonaba jrrssss jrrrsss. Él no lo oía. Igual porque realmente hablaba demasiado. Quería tener su pepino entre pierna y pierna cada mañana, cada tarde, cada noche. A veces después de un polvo no me molestaba en quitarme de encima. Me dormía sobre él, como si entre el colchón y yo no hubiera nada. Le babeaba la cara. Él permanecía rígido, esperando a que la noche terminara.

Una mañana desaparecí. Le dejé unas líneas: “Tu polla me hizo muy feliz. Gracias. Una pena que lo estropearas. Ahora solo puedo mentirte que seguiré pensando en ti”.

Tania Peligero © humorenlared.com

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