mayo 14, 2012

Puños Fuera: Caza mayor

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El último brote de elefantiasis del monarca español, pillado con el pie cambiado mientras se dedicaba a abatir lo que queda de fauna africana, ha mostrado en todo su esplendor la obscenidad del Poder basado, como asegura la definición, en la violencia y el secreto. En rigor, poco se puede afear la conducta del Señor, cuyas prerrogativas provienen en origen de su casta guerrera, porque haga sus correspondientes ejercicios de tiro y disfrute con alevosía de los placeres más primarios, entre estos, el del gozo con la muerte ajena.

La querencia a la caza mayor es ampliable a sus Esbirros locales, dedicados al tiro al ciervo, como en argot policial autonómico denominan al disparo de pelota sobre manifestante. Es este un privilegio que el Amo concede en exclusiva a sus Secuaces, quienes condensan su rancia esencia, especializados en el uso de la fuerza y amparados en el anonimato corporativo. Tampoco nos asombramos ante la muerte de uno de nosotros, de uno de los ciervos, de uno de los siervos. Iñigo baila el pogo ya en el cálido infierno de Tijuana: yo no quiero volver a ser/ uno más de sus vasallos/ yo no quiero volver a ser/ un siervo de los del rey.

Jtxo Estebaranz © humorenlared.com

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