Debajo de la Palmera: Me cae gordo Winston Churchill
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No sé a ustedes, pero a mí me tiene un poco harto que se invoque a Winston Churchill laudatoriamente en Euzkadi como si fuéramos ingleses. Que no lo somos. En todo caso escoceses, que tampoco lo somos, pero tienen un buen whisky. Y lo digo porque aquel buen señor es normal que sea invocado como un gran líder en su país habida cuenta que dirigió bien su Isla bajo la segunda guerra mundial. Pero a nosotros nos hizo la cusca. Fue el primero en reconocer a Franco y fue el primero en sostenerlo durante todo su mandato. Para él un telón de acero había caído sobre Europa. Pero es que antes había caído otro, el franquismo, un poco más cerca en el tiempo y el hombre del puro ni se enteró o por lo menos ni se inmutó. No me extraña que en el pub que tiene su nombre en la Avenida Sabino Arana aparezca con una ametralladora. Era un tipo poco recomendable. Pasaba el otro día frente a Ibaigane y un turista me preguntó si esa gran casona era la sede del Athletic. Le dije que sí pero que previamente había sido la casa de Sir Ramón de la Sota, antes de que se la incautaran. Y es que esta historia, de vez en cuando hay que recordarla. Es uno de estos hechos que hablan de la buena relación con los ingleses y de cómo estos se portaron de una manera cabal en la primera guerra mundial y de otra distinta en la segunda. Bueno, todos los ingleses no, pero sí Halifax, Chamberlain y Churchill. Por eso hay que recordar una de estas historias de buena relación que la tenemos en este gran empresario vasco Ramón de la Sota y Llano y lo que hizo. Fue un empresario naviero, abogado y político y una de las mayores fortunas de su época. El Rey de Inglaterra le otorgó un título honorífico y se hizo llamar constantemente sir Ramón de la Sota. El inicio de su fortuna comienza en el año 1881 cuando forma una sociedad con su primo Eduardo Aznar y de la Sota, Marqués de Berriz. Esta sociedad inicialmente se dedica a la minería y a la exportación de hierro. Este comercio afloró con el Concierto económico de 1878 y la supresión foral, que impedía hasta ese momento la exportación de hierro, motivo por el que, según diversos autores, el sector empresarial aprobó esta modificación legislativa. No era el caso de Ramón de la Sota que criticó duramente la abolición foral y se enfrentó por ello al empresariado local. En el año 1886 fue uno de los impulsores de la Cámara de Comercio bizkaina. Entre 1886 y 1900 la sociedad crea las compañías mineras de Setares (Cantabria), Sierra Alhamilla (Almería) y Menera (Teruel) convirtiéndose en una referencia de ese sector. En 1900, también junto a su primo, fundó la Compañía Euskalduna para la construcción de buques con un capital de ocho millones de pesetas y en 1901 la Compañía de Seguros La Polar con sucursales en París, Londres, Nueva York, Rotterdam. En 1902 realizan construcciones ferroviarias en Puerto Sagunto (Valencia). Amplían su negocio al transporte marítimo fundando en 1906 la gran empresa naviera Sota y Aznar tras la fusión de las veinticinco compañías (de un solo barco cada una) con que contaban ambos socios. Los barcos fueron los famosos “Mendis” que Franco tradujo a “Montes”. Entre los años 1914 y 1918, en plena Primera Guerra Mundial, resurge económicamente, a pesar de sufrir los ataques de los submarinos del Kaiser que perdió por efecto de los torpedos de los submarinos alemanes unos veinte cargueros (un total de 50.000 toneladas de registro bruto), por su arriesgada apuesta de colaboración con el Almirantazgo inglés, al que arrendó parte de la flota. Por ello el Gobierno británico le concedió el 9 de marzo de 1921, el título de Knight Commander of the Order of the British Empire por ser «buen amigo de Inglaterra y sus nacionales». El cónsul británico en Bilbao, Madden, destacó en la ceremonia en la que le fue impuesta la orden, el 29 de abril de aquel mismo año, que «los buques del señor Sota, con sus valientes tripulaciones, se hacían a la mar cargados con minerales para Inglaterra, desafiando la campaña submarina». También participó en los bancos de Bilbao y de Vizcaya (posteriormente fusionados en el BBVA) y en los sectores ferroviario y eléctrico. Fue una de las mayores fortunas de Europa. Fallece en Getxo el 17 de agosto de 1936 poco después del inicio de la Guerra Civil Española. Tres años después de su muerte, el Tribunal de Responsabilidades Políticas le condenó al pago de una multa de cien millones de pesetas por «conspiración para la rebelión militar», por lo que sus cuantiosos bienes fueron embargados, entre otros los 40 barcos de sus compañías que se utilizaron para evacuar Bilbao. Los beneficiarios de esta operación política fueron los herederos de su antiguo socio y primo, que adquirieron dichas propiedades. El traidor Eduardo Aznar. Sus herederos fueron parcialmente indemnizados mucho tiempo después y devueltas algunas de sus propiedades pese a haber tenido que abonar grandes sumas en concepto de «multa derivada de responsabilidades políticas”. Una de esas propiedades, concretamente es el Palacio de Ibaigane, que desde 1988 es la sede del Athletic. Churchill ni se inmutó ante el juicio post-morten que le hicieron. La primera y la segunda guerra mundial como se ve fueron radicalmente distintas. Bueno, pues también está bien recordar que Sir Ramón prestó sus barcos y en concreto el Goizeko Izarra y el La Habana para llevar nada menos que cuatro mil niños a Inglaterra. Gentes de buena fe, en Inglaterra tras las gestiones del cónsul inglés en Bilbao Mr. Stevenson que alarmado por la barbarie de los bombardeos que había prometido Mola a Bizkaia, evacuaron nada menos que a cuatro mil chavales hace ahora la friolera de 75 años. Fueron organizaciones religiosas y humanitarias inglesas que se ocuparon de esto mientras Halifax y los suyos miraban para otro lado y Churchill se fumaba un puro, a cuenta de un Comité que habían creado y al que llamaron de No Intervención. Lo podían haber llamado el Comité de Poncio Pilatos. Sucedió hace 75 años. Iñaki Anasagasti © humorenlared.com |
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