noviembre 11, 2012

Debajo de la Palmera: A los buenos españoles no les gusta ceder soberanía

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El pasado 17 de octubre Mariano Rajoy viajó a Bucarest, capital de Rumania. Se celebraba allí el Congreso del Partido Popular europeo, la familia democristiana y el presidente español sacó del armario el discurso keynesiano más europeísta, federalista y socialcristiano. La crisis le moja la barba y está dispuesto a todo para que Europa acuda con el extintor. Con voz pastosa solicitó una Unión Bancaria, Fiscal, Monetaria y Política de Europa. Parecía Maurice Schumann o Alcide de Gasperi. La que no parecía Adenauer era la democristiana Ángela Merkel que tiene elecciones el año que viene, gobierna con el partido liberal y los socialistas alemanes son tan merkenianos como Merkel y no tienen ni idea quien es Rubalcaba. Su discurso fue liberal y empresarial. Se metió, como la Thatcher en su día, contra la burocracia de Bruselas y enfatizó en que la riqueza la crean los empresarios y éstos no están dispuestos a juegos malabares.
En un discurso mitad económico mitad político, el presidente del Gobierno advirtió de que “es el momento de la solidaridad, de la unión y de la responsabilidad de todos los países que forman la Unión Europea. Somos una familia seria y previsible”. Rajoy recordó que a los artífices de la creación de la Unión Europea no les fue fácil “aparcar las diferencias y, con valentía y generosidad, sembrar la semilla de la solidaridad”.
Pero ese día eligieron también al eurodiputado español Antonio López-Istúriz como secretario general del PPE. El político español se pronunció sobre uno de los temas más polémicos en España, como es la propuesta independentista de Catalunya, descartando que la “internacionalización” que pretenden los dirigentes catalanes sea un “tema prioritario” en Bruselas y advirtió a Catalunya de que “no juegue con el tema europeo y con esa sensibilidad. Aquí se ve con un cierto exotismo”.
Igualmente, el presidente de Murcia, Ramón Luis Valcárcel, que intervino en el plenario al ser presidente del Comité de las Regiones de la UE, reclamó a la Unión Europea que “sea más contundente” a la hora de recordar a Cataluña las consecuencias de una hipotética declaración de independencia.
Es la única preocupación que tienen los dirigentes del PP español. No les gusta ceder soberanía por abajo, pero sí por arriba. Por lo menos en los discursos. Pongamos ejemplos.
La clase política española no está madura cuando tiene ministros como Wert y Margallo que se dedican a provocar. Wert dijo que el interés del ejecutivo del PP era “españolizar a los alumnos catalanes» y García Margallo equiparando el nacionalismo democrático vasco y catalán “como situadores del individuo al servicio de una idea abstracta, sea ésta la clase en el marxismo, la raza en el nazismo o el nacionalismo al servicio de la nación absoluta”. Eso sí, ellos se autodeclaran patriotas españoles, no nacionalistas españoles. Y son ministros.
No es muy madura una sociedad democrática que le otorga al ejército la defensa de la unidad de España y permite que el Jefe del Estado Mayor de la Defensa, almirante García Sánchez diga campanudo que «ser hoy militar español es estar dispuesto a dar la vida en defensa de la Constitución». Si el jefe del estado mayor inglés o norteamericano dijera algo así sin venir a cuento, le llevarían de la misma al frenopático más cercano.
No está muy bien un país cuya última encuesta del CIS dice que uno de cada cuatro españoles quiere eliminar las autonomías y volver al sistema centralizado.
Es de una inmadurez de gran volumen, que el Director de la Guardia Civil, Arsenio Fernández de Mesa caliente la llamada Fiesta Nacional del 12 de octubre irrumpiendo en la polémica catalana y advirtiendo que España es un todo indisoluble, es decir, la unidad de la patria.
El ex presidente José María Aznar que de joven no votó la Constitución y así lo escribió en el diario Nueva Rioja ha advertido desde su Fundación Faes al presidente de la Generalitá catalana que su «desafío puede tener una represalia penal». Este hombre, solo le gusta amenazar y actuar con estas cosas. Cambió el Código Penal para encarcelar al Lehendakari Ibarretxe por si se atrevía a convocar una consulta sobre su Plan. El muñidor fue Ignacio Astarloa. ¡Qué demócratas!.
Esto es lo que hay señores. Un PP de los nervios y sin saber qué hacer con lo que llama “los periféricos” y un PSOE como un boxeador sonado.
Pero, a pesar de todo, ¡ésto marcha! ¡Viva Escocia!

Iñaki Anasagasti © humorenlared.com

 

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