diciembre 11, 2012

Psico: El síndrome del macho alfa

Aunque el ser humano sigue conviviendo en subgrupos, dentro del gran grupo social, con unos valores y unas normas de convivencia heterogéneas que guardan semejanza con las de los ancestrales grupos tribales, la figura de los conocidos como machos alfa queda diluida por culpa de la diversidad y complejidad de los diferentes grados jerárquicos presentes en la sociedad moderna. “Todo el mundo tiene a alguien encima, y no me refiero solo a las actrices porno. Políticos, banqueros, obispos, mayoristas de frutos secos… Todos responden ante más altas instancias, se llamen estas mercados o Dios bendito, explica el psiquiatra Abelardo Endeseos. “Por eso los machos alfa, o jefes de la manada, han perdido preponderancia en el seno de la sociedad multifacetada. Aunque algunos gilipollas se sigan creyendo el rollo”, matiza.
Según Endeseos y otros colegas suyos de profesión (de la de psiquiatra, no de la de ladrón de turismos de alta gama; eso solo es un hobby), solo hay una cosa más patética que un individuo (principalmente masculino) que se cree un macho alfa e intenta imponerse a su grupo gregario y es “un individuo que lo intenta sin tener ninguna dote de liderazgo y que encima es víctima de mofa y befa sin saberlo o haciendo oídos sordos”.
Paola Sabadín, especialista en trastornos de la personalidad en primates, postula que “al contrario que sucede con los gorilas de lomo plateado, cuando un individuo trata de erigirse en macho alfa siendo un negado, sus convecinos del clan tienden a tomarle por el pito de un sereno en vez de desmembrarlo en un combate a cara de perro. A menos que estemos hablando de clanes mafiosos o de familias numerosas, en cuyo caso la cosa cambia”. Sabadín apunta a que el verdadero peligro de los aspirantes infructuosos a macho alfa es su tendencia a tomar decisiones sin consultar con el grupo, adoptando actitudes despóticas, agresivas y/o paternalistas, según sea el caso, para escarnio de quienes les rodean.
Sabadín considera que el motivo de semejante comportamiento suele ser una carencia afectiva severa, combinada con un exceso de autoconfianza mal entendida y un exacerbado sentimiento de grupo. “Eso y probablemente algún golpe en la cabeza de pequeño”, puntualiza.

Dra. Luisa Bergara © humorenlared.com

 

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