Debajo de la Palmera: Un rey con Hermida y con papada
Lo primero que hace Jesús Hermida cuando se levanta de la cama y va al baño es dar un beso en el espejo y le pregunta a éste: “Espejito, Espejito. ¿Hay alguien más listo, más guapo y mejor entrevistador que yo?”. Y como el espejo no le responde nunca decidió mandar una carta a los Reyes de la Casa Real para pedirles una entrevista a su Majestad con motivo del 75 cumpleaños de éste. Hay que recordar que su Majestad nació en Roma ya que toda la Familia Real, por acuerdo parlamentario de noviembre de 1931 en sesión solemne y con solo un monárquico defendiendo a Alfonso XIII como fue el Conde de Romanones les dijeron que nos dejaran en paz y que reinaran donde quisieran, pero no en España. Ese día, el del nacimiento de Don Juanito, su padre, Don Juan, estaba de cacería. No era de esos padres modernos que asisten al parto de su hijo, sino que campechanamente se iban a cazar osos, beber whisky y flirtear con damas que para eso eran Borbones. El caso es que Don Juanito nació en Roma hace 75 años y el superpulitzer de Hermida quería celebrarlo con una entrevista que marcara época, como aquella transmisión del hombre en la llegada a la luna, donde él fue más importante que los tres astronautas. El caso es que el tipo nos quitó media hora de nuestro tiempo el cuatro de enero al estar pegados a TVE donde lo primero que vimos fue a un tal Somoano, que debe ser el jefe de informativos y que acaba de hundir a Telemadrid, diciéndonos que íbamos a asistir a la entrevista del siglo. Más que del siglo fue la entrevista de 37 años de reinado que no deja de tener bemoles que en un sistema democrático el Jefe del Estado solo conceda entrevistas cuando tiene papada, anda con la cadera al chilindrón, y tiene su fama más mermada que la de Berlusconi ante el Vaticano. La entrevista fueron lugares comunes, texto aprendido, bobadas y generalidades, amor eterno a su padre al que le cepilló la monarquía, amor eterno a su hijo que es “una bendición del cielo”, nada de amor a Doña Sofía por muy profesional que sea, nada que ver con su yerno y su hija, ausencia absoluta de mención a ese gran artista apellidado Marichalar, ni una palabrita para la gran Corinna (le podía haber mandado un abrazo), ni la menor mención a su expulsión de Adena-WWF, esa ONG de defensa de la naturaleza de la que Don Juanito era presidente de honor, nada de quejarse de lo caro que está el combustible para mover el Fortuna y el Bribón, ni el menor pestañeo hacia quien le llevó al trono y que reposa dulcemente bajo una losa de mil kilos cerca de su casa, ni una palabrita en euskera, catalán y gallego porque él es un buen rey castellano. Todo estuvo planchado, pesado, medido y masticado para que no hubiera sorpresa alguna.Las reacciones fueron las previstas. El PP sacó el Botafumeiro a funcionar pero lo más llamativo, irritante, cabreante, y decepcionante fueron las palabras de Alfredo Pérez Rubalcaba, secretario general de un partido que aquel mes de noviembre de 1931 le dio la patada al real trasero de Alfonso XIII y durante la guerra su gente moría gritando: ¡Viva La República! Pero afortunadamente ya no todo el monte es orégano. La gente como en la canción de la Falange empieza a despertar y a emitir juicios que antes era imposible los hiciera. Espigo algunos: «¡Atención a Somoano! ¡Chupando cámara antes de la entrevista del Rey!», comentaba el periodista de la cadena SER, David Martos. «Decir que algo es historia antes de que suceda es como que nos lo tenemos que mirar», criticaba por su parte Borja Terán, de La Información. «Ahora en serio, es impresentable que la cadena pública nos venda esa entrevista como una entrevista. Rozando el patetismo por muchos motivos», resumía Mariola Cubells, periodista de la SER. «Pura propaganda. La televisión pública sigue más preocupada del poder que de servir a los ciudadanos», denunciaba Juan Varela, autor de Periodistas21.com. Con más ironía hablaron Alberto Rey, de El Mundo, –«El paisaje que se ve detrás del Rey ¿qué es? ¿La Tierra Media? ¿Narnia?»-; Ruth Méndez, de Telecinco, –«Don Juan Carlos y Hermida parecen Epi y Blas. Hasta físicamente-«; o Màxim Huerta, que bromeó con las veces que Hermida pronunció «Vuestra majestad». «Lo de «vuestra majestad» es de Alicia en el País de las Maravillas», tuiteó. «Usar como eufemismo del Franquismo «otro sistema» es de ¿Generación de la libertad?», comentó la presentadora de El Gran Debate, Sandra Barneda.«¿Estará Hermida satisfecho? ¿Le darán un Ondas? ¿La Gran Cruz de Isabel la Católica?», se preguntó Fernando Olmeda. «Más rodilleras para los periodistas noveles, que aprendan de los que sí tienen experiencia», tuiteaba el publicista Risto Mejide. Por su parte, Juan Ramón Lucas, que fue cesado hace unos meses por la nueva dirección de TVE, comentaba que la entrevista al Rey, «es un diálogo hecho con fragmentos de discursos. Déjà vu en pastillas». Mientras, Julia Otero, contestaba a otra usuario que hablada de la “papada” del Rey. «Es el efecto evidente de la cortisona», explicaba. «Me hubiera gustado una mayor profundidad, variedad y actualidad en las preguntas. No parece haber aportación o novedad alguna. Lástima», escribía la exministra de Vivienda, Beatriz Corredor. «La entrevista al Rey sirve para saber cómo es la televisión de Corea del Norte hablando de Kim Jong«, criticaba duramente el periodista Antonio Maestre. «Somoano dijo que era histórico. Sí, un ridículo histórico», resumió el periodista del portal de televisión Vertele, Marcos MdP. Las respuestas del propio don Juan Carlos no se editaron, sin embargo, las preguntas de Jesús Hermida tuvieron que cortarse porque a veces eran más largas que la contestación del Rey.La entrevista se grabó el pasado 27 de diciembre en La Zarzuela y se emitió en la noche del 4 de enero de 2013. No tuvo un enorme seguimiento. 2.726.000 espectadores, el 14,7%, vieron la comparecencia del monarca en La 1, lejos de los 6,9 millones que se interesaron por su discurso de la semana anterior. La entrevista «amable» fue una charla «atemporal». Don Juan Carlos no habló de la cacería en Botsuana, ni de Iñaki Urdangarin, imputado en un caso de corrupción. Los únicos miembros de su familia a los que sí hizo mención fueron su padre, don Juan, y su hijo, el Príncipe Felipe. Iñaki Anasagasti © humorenlared.com |
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