Juego de niños: Olor a bohemia
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Un viejo titular de periódico: Echan del Museo D’Orsay de París a una familia de indigentes que lo visitaban porque “olían mal”. Cientos de turistas recién duchados y desayunados con croissants se dirigen a alimentar su espíritu en la meca de la pintura impresionista. Aparecen tres menesterosos y entran en el museo. Mientras miran los cuadros, el personal de seguridad les conmina a abandonar el recinto. Habían ofendido el olfato de otros visitantes. Quién se lo iba a decir a Modigliani, a Van Gogh, a Utrillo, a Gaugin y a tantos otros artistas del malvivir y el buenpintar. Y pensar que muchos de los autores allí expuestos crearon sus obras entre miseria, hambre y absenta. Es que la bohemia queda muy bien en plan chic, pero la mugre en directo es otra cosa.
Quizá el espectro del gran Modigliani se pasea todos los días por Orsay con su botella en la mano. Enfermo de tuberculosis seguía emborrachándose en Montparnasse. Debían de pensar que era una aparición. Oscar Wilde decía sobre la bebida de los bohemios, la absenta, el hada verde: “después del primer vaso ves las cosas como te gustaría que fueran, tras el segundo las ves como no son en realidad, y después del tercero las ves tal como son”. Seguro que el día en que desalojaron a aquella gente del museo, el fantasma del pintor se pegó el último trago. Y volvió a su tumba en Père-Lachaise. |
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