Puños Fuera: Espantada
Junto a la ermita del barrio de Abiña, en pleno Urdaibai, se levantan dos árboles destartalados y extraños. A su lado una placa que conmemora el enlace del prócer del nacionalismo vasco, Sabino Arana, en 1900 en aquel mismo paraje. Extraviados, el eucalipto y el pino americano fueron plantados en aquella fecha por expreso deseo del patriarca, como símbolo de un renacer patrio que impulsaría el bienestar común con su cultivo industrial masivo. Una nación que debía subirse al tren de la Historia con el nuevo siglo, adaptando el ropaje vegetal que el Progreso precisaba para alimentar la hoguera de sus apetitos.
Junto a la ermita de Abiña se encuentran también las colonias de Sukarrieta, destino obligado de todo impúber bizkaino. Sobre su valla descuellan aún los dos engendros, proyectando en el internado su truculenta sombra. En su espantada hacia delante, la gerencia nacionalista, presa aún del sueño progresista, vuelve a delirar con edificar allí su GuggenheimII con el que aventar los rescoldos de una economía agonizante. Porque no hay peor ciego que el que no quiere ver. Y sólo hay que echarle un vistazo a la ermita de Abiña y a sus dos espantajos. |
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