octubre 21, 2013

El Ampli: Estulticia discontinua

cabecera_EK156_elampli copia
r156_elampli_grLas sinuosas carreteras o las interminables autopistas han sido y siguen siendo fuente de inspiración musical. Sin embargo a veces dan ganas de tirarse del coche en marcha.

Un amigo decide apuntarse al carro de mi desgraciado destino y me pide un favor. No nos vemos desde que Antonio Lobato se peinaba con raya en medio, pero la gente es así. Me dice que nada más regresar de las vacaciones en su pueblo perdido en lo más recóndito del desierto de los Monegros, se ha dado cuenta de que ha olvidado allí las llaves de casa y nadie se las puede mandar de vuelta. Como el viaje de rescate es inevitable y le da tres patadas hacerlo solo de nuevo, me pide que le acompañe. Atisbo en su mano una lista de tres folios de nombres tachados, por lo que deduzco que no he sido su primera opción. Como no tengo nada mejor que hacer, ni tampoco autoestima, acepto a ir con él. Tampoco es que vayamos a Singapur, sopeso al acordarme del disco nuevo de Kuve.
Que los viajes por carretera relajan es una Gran Mentira. Más gorda que la barriga de los monos del álbum de Misiva. Comienzo a pensar que lo de acompañar a mi colega no ha sido tan buena idea cuando le digo de poner el último LP de Iván Ferreiro, Val Miñor-Madrid. Historia y Cronología del Mundo, un título corto y fácil de recordar, y me dice que en su coche solo se escucha Junco y si acaso alguna cinta de chistes del 23F que compró en un rastro.
Apenas nos incorporamos al tráfico rodado, el muchacho comienza a insultar por sistema a todos los conductores con los que se cruza, como si estuviera poseído por todos los Santos y Diablos de Uzzhuaïa. Si no marcan con el intermitente, o lo hacen muy  tarde, o muy pronto, o pisan la raya continua, o le adelantan demasiado deprisa, o demasiado despacio, mi amigo inicia un minucioso repaso a la familia del pobre conductor que ni la relación de genealogías del Silmarilión de Tolkien. Algunas veces se carcajea solo de una caravana en sentido contrario. Rabia y Risa, como D-Tox, pero a 160 kilómetros por hora, que acongoja más. En ocasiones saca medio cuerpo fuera de la ventanilla para ver si va muy separado de la mediana. Como es muy agarrado y no quiere pagar peaje, decide hacer todo el viaje por carreteras comarcales. Lo cual no sería necesariamente malo si no fuera por su manía de adelantar a camiones en vías de doble dirección cuando nos aproximamos a curvas de visibilidad escasa tirando a inexistente. Dice que si no hace esas cosas se aburre conduciendo. Que ya se ha dormido al volante varias veces yendo por autopista. Aquí me gustaría ver a los de A de Animal. Esto sí que es la Retransmisión de un Infarto.

Todo puede empeorar
Nos aproximamos a una zona de badenes y aquello parece la Montaña Rusa de Second pero con menos bajos electro y más desgaste de la amortiguación. Mi amigo continúa su monserga de juramentos encadenados cada vez que nos cruzamos con otro vehículo. Hobbes no sabía qué razón tenía cuando Plauto y él le plagiaron a Malenkonia el título de su disco, Homo homini lupus. Y eso que los lobos, de momento, no conducen todoterrenos de 170 caballos. Imagino que por cuestión de convalidación de carnets.
Intento distraerle de sus tendencias homicidas y le propongo jugar a las películas con temática automovilística. No me acierta ni Sor Citröen, ni Dos en la carretera, ni Herbie un volante loco. Me dice que él es más de La carrera de la muerte del año 2000. A pesar de su nula implicación en el juego, se calma un poco. Al contrario que yo, que ya no puedo dejar de pensar en hierros retorcidos, gasolina incendiada y Grandes Huesos Negros como los del álbum de J. Teixi Band.
En un momento dado mi amigo recoge a un tipo que hace auto-stop. Cuando el muchacho entra en el coche imagino un desprevenido saltamontes entrando en un hormiguero, o el texto Basado en hechos reales que aparece en las carátulas de muchas películas de terror y algún que otro disco de Discordia. El chico nos informa de que es Bohemio. Le pregunto qué le gusta más, si la poesía simbolista francesa o los malabarismos con teas ardientes, si toma mucha absenta y qué opina del último trabajo de Andrés Calamaro. En correcto castellano nos dice que es de un pueblo de cerca de Praga, que es analista de riesgos para HSBC y que odia a muerte a los hippies y perroflautas. Le digo que ya lo sabía y que era una broma. Por pura Vergüenza Torera, que Rosendo me perdone. Nadie dice una palabra hasta que el checo se apea en un desvío.

Gran hallazgo
Al fin llegamos al pueblo, que no es precisamente la metrópolis futurista del The Electric Lady de Janelle Monáe, pero sí presenta una desolación parecida a la del Detroit natal de Eminem en los tiempos de su Berzerk. Entramos en la rústica casona de la familia de mi amigo. Las llaves están sobre una mesa junto a una nota que dice «No olvidar, no sea que tengas que volver solo a por ellas como los tres últimos años». Mi amigo me informa de que es la letra de su abuela. Me dice que la señora se ha pasado de lista porque este año había tenido la precaución, antes de marchar de vacaciones, de dejar una copia de las llaves a su tía Eufrasia, que vive en el edificio de enfrente de su casa. El volumen de sus palabras va bajando según se va dando cuenta de la cagada cometida y del tiempo perdido con el kamikaze del volante.  Me ve la cara y dice que no me queje, que un fallo lo tiene cualquiera y que al menos hemos cambiado un poco de aires.
Me siento demasiado desmoralizado como para iniciar el viaje de vuelta con él. Pero por el pueblo no pasa el autobús hasta dentro de dos días y empieza a refrescar. Así que me monto de nuevo en el coche. Rompo a llorar justo después de que me diga que (se le había pasado comentarme) la gasolina la pagamos a medias.

Javi Trilobite © humorenlared.com

 

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