Butaca de Gallinero: Otros tiempos
Cómo cambian las cosas. Cuando yo era un chaval, en aquellos tiempos en los que la hierba era más verde y teníamos que llamar a nuestros amigos al teléfono fijo (madre mediante) para quedar porque no existían los móviles ni Internet, las películas aparecían de la nada. Solo unos cuantos snobs leían prensa especializada y se enteraban de los estrenos inminentes. Pero, para los demás, eran algo súbito que, de repente, aparecían anunciados en televisión o en el periódico. Y después sí. Después del estreno se hablaba de las películas (ya estrenadas) hasta en la sopa. Permanecían en el candelero durante meses, la gente hablaba de ellas en la calle y fantaseaba con el momento en el que saldrían a vídeo y (soñar siempre ha sido barato) los pasarían en televisión. Ahora todo es diferente. Y el proceso, justamente el inverso. Los estrenos se anuncian con meses y a veces hasta con años de antelación. Tal director está dirigiendo tal película, tal actor ha anunciado su compromiso de interpretar a tal personaje o los derechos de tal libro, cómic, videojuego o manual de uso de lavadora han sido comprados por tal productora. El run run se extiende, generando expectación entre fans, aficionados y mediopensionistas, que especulan con la calidad de la obra y lo que tardarán en colgar un torrent de calidad aceptable. Luego la película se estrena, se habla de ella en dos telediarios y, la mayoría de las veces, en un par de semanas pasa a dormir el sueño de los justos. Y jamás se supo. ¿En televisión? Pretty Woman, otra vez, que la sigue petando. Roberto Aguirre © humorenlared.com |
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