Hotel y Domicilio: La Gran Belleza
La Gran Belleza es una película que en realidad no va de nada y va de casi todo. Porque va de vivir. O de autoconvencerse de que se vive y mientras el resto de los mortales se limitan a dejarse morir. Lo fácil sería decir que el film de Sorrentino es una tragicomedia crepuscular acerca de un periodista y escritor que hace balance tras cumplir los 65. O que estamos ante un retrato apocalíptico-costumbrista en el que aparecen plasmados unos personajes decadentes, hedonistas, indolentes, libertinos, pero también cultos, divertidos y solo intencionadamente superficiales (lo que es mucho decir en el universo de Hombres, Mujeres y Viceversa). Y viejos. Unos más que otros. Como ese Jep Gambardella, mundialmente famoso por haber escrito un solo libro (como el John Kennedy Toole, pero sin suicidio; como el Sean Connery de Descubriendo a Forrester pero sin la vergüenza ajena). Pero eso sería lo fácil. A lo mejor lo fácil es lo mejor. A algunos espectadores les gusta lo fácil. Pero lo fácil engaña y muchos que se dejen llevar por los cantos de sirena de los Oscar puede que acaben protagonizando una serenata de ronquidos. Nada que no se pase con una sobredosis de Gandia Shore. Horacio Sandoval © humorenlared.com |
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