Debajo de la palmera: Todo por los empresarios de la patria
¿Viajaría usted a los Emiratos a cuerpo de rey, alfombra roja, fisioterapeuta cerca, hotel de siete estrellas (no tenía ni idea que existieran) y a doce mil euros la noche y tras este viaje encontrarse con los ditirambos de una prensa servil diciendo el esfuerzo que estás haciendo y lo bien que manejas el bastón? Parece que usted y yo, y todo hijo de vecino diríamos: «a nadie le amarga un dulce”, aunque en el caso del rey Juan Carlos haya tenido que viajar en esta oportunidad sin su amante Corinna que le dijo en su despedida que ya no está para esos trotes y que se tiene que cuidar como se cuidan los señores de 76 años aunque se apelliden Borbón. Señora ¡¡¡esto no se le hace a un rey campechano y tarambana!!!
Pues eso fue lo que ocurrió al inicio de la pasada Semana Santa cuando a García Margallo se le ocurrió organizarle esta gira al monarca para vender la Marca España, promocionar (no sabemos si con comisión o sin ellas) ventas de infraestructuras y fotovoltaicas a unos árabes con los que se lleva muy bien, les llama hermanos y primos, aunque a las mujeres las siguen teniendo como seres subordinados a los varones con chilaba. Algo así como lo que dice la Constitución española en el caso de la sucesión dándole la primacía al varón sobre la mujer. Perdón, sobre las Infantas, porque tampoco aquí las mujeres como tales tienen ninguna posibilidad de ser reinas de no ser que formen parte de una saga, y aun así, como en el caso de Elena, ni eso. Todo esto culminó con la avería del avión, que no es del rey, sino del Patrimonio adscrito a Defensa, porque se empeñan en querer ser como los norteamericanos con su Air Force 1, cuando no tienen ni para pagar la sanidad. ¿No sería mejor utilizaran aviones de línea que como vuelan todos los días están suficientemente mantenidos? La prensa madrileña, la de la Villa y Corte, no dejó de alabar el gesto del monarca de someterse a trabajos tan arduos y sin Corinna, destacando que lo hacía tras dos años de malas noticias, operaciones incluidas, pero que ahí estaba el rey, hecho un jabato y dispuesto a todo y en ese todo llegar al estadio Mestalla al culminar la gira y en a mitad del palco ver como ganaba su equipo, el Real Madrid, of course, ya que la Copa lleva su nombre . En tiempos de la República se llamaba del Presidente de la República. Lo escribo para que la gente se siga dando cuenta lo fácil que es cambiar un nombrecito, como ocurrió de la noche a la mañana el 14 de abril de 1931. Lástima que el Barça anda kili kolo, porque lo demás se hubieran preguntado si valía la pena forzar la máquina de los aviones y esperar que el jeque les dejara uno y poder llegar al dichoso palco. Como se ve, los trabajos reales son duros, difíciles, cansados y no agradecidos, porque incluso hubo pitada silenciada por los seguidores del equipo de la Marca España. De los derechos humanos de las mujeres, mejor ni hablar. Aquí a lo que se viaja es a hacer negocios con las grandes empresas y enviar a la ciudadanía dos mensajes. EI primero que el rey está hecho un roble y el segundo, que trabaja para el bien de las empresas españolas, no de las pymes, sino de las grandes, todo envuelto en el papel de celofán de la Marca España a quien García Margallo quiere otorgar el monopolio de la imagen española en el exterior. Había que verle a García Margallo como aplaudía la victoria del Real Madrid en el palco de honor. Seguramente le salió un callo en las manos. En una esquinita, Artur Mas, más solo que la una. “Este 3-2 es el anticipo que os vamos a dar el próximo mes de noviembre”, seguramente pensaría el 95% del palco, su Majestad incluida. Finalmente solo decir que a la ministra Ana Pastor, le pusieron una chilaba que no se quitó en todo el viaje. Todo por la patria. O mejor dicho, por los negocios de la patria, o de los empresarios de la patria. No solo no hablaron de los derechos de la mujer, sino que obedecieron ciegamente los deseos de los emires. ¡Y que de este viaje no se pueda controlar parlamentariamente nada! Y luego hablan de derechos humanos. En fin. |
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