junio 30, 2014

Hotel y Domicilio: El Lobo de Wall Street

cabecera_EK163_hotel
r163_hotelScorsese lo ha vuelto a hacer. Después de Uno de los nuestrosCasino, ha vuelto a contar una historia de auge y caída de un emprendedor sin escrúpulos, adicto a los coches caros, a la cocaína sin cortar y a la pasta en billetes grandes y sin marcar. Solo que si los protagonistas de las dos primeras cintas eran mafiosos, la estrella de esta nueva entrega de la trilogía del triunfador clandestino es un tiburón de las finanzas, concretamente Jordan Belfort (bautizado “el lobo de Wall Street” por Forbes). Un figura que en realidad no duró en los parqués de Wall Street ni dos telediarios (el viernes negro del 87 mandó al carajo su recién estrenado puesto de trabajo en L. F. Rothschild). De hecho, el pobre tuvo que montar su propia compañía, la infame Stratton Oakmont, para poder labrarse un futuro en el negocio de desplumar pequeños inversores con técnicas fraudulentas.
Leonardo Di Caprio es el encargado de dar vida a Belfort (que hace un cameo al final de la cinta). Como decía William Blake, el camino del exceso lleva al palacio de la sabiduría. Con los papeles de Jay Gatsby y Calvin Candy en mente, Leo lo borda. Al final (spoiler alert) la cosa acaba con sirenas, esposas y excursión a una prisión federal. Pero que nadie sufra: Belfort está en la calle. Y sigue forrado.
La dirección de Scorsese, lo que hace con la cámara, la planificación de la escena, la dirección de actores, es magistral. Lástima que Martin caiga en la tentación de contarnos las canalladas cometidas por una “manzana podrida” del sistema cuando la frutería financiera está tan bien surtida.

Horacio Sandoval © humorenlared.com

 

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