Butaca de Gallinero: Monstruos
Que no digo yo que en los años 30 las películas clásicas de monstruos de la literatura universal fueran un dechado de virtudes una vez que se elimina la patina nostálgica, ni que su fidelidad a los textos originales fuera un alarde de rigor. Tampoco que las películas de mostruos de los 50 fuesen un canto a la madurez y a la verosimilitud. Y me da igual si hablamos del Godzilla japones o de los más anglosajones engendros sobre hormigas, arañas, langostas o mujeres semidesnudas gigantes. Pero una cosa es eso y otra las ridículas explotations con las que nos bombardean recientemente.
Y me refiero a dos casos concretos, Yo, Frankenstein y Drácula: La leyenda jamás contada. Uno ya estrenado y otro que sobrevolará las carteleras este otoño. Ambas revisitaciones pasticheras que pretenden seguir sacando zumo de donde ya solo queda pulpa reseca. Y yo me pregunto, cual trasunto de un Mourinho en horas bajas, ¿por qué? ¿Qué crimen cometieron en vida Mary Shelley y Bram Stoker para merecer semejante ignominia? ¿Por qué el monstruo de Frankenstein y el Conde Drácula se han convertido en héroes de acción aún más grimosos que el Vengador Tóxico? Vade retro, coreógrafos, dejad a los monstruos en paz. Como Apple registre también la utilización de la cámara lenta, se forra. Más. |
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