El 30 de mayo de 1941, a sus 18 años, Manolis Glezos subió con su amigo Santas Apostolos a la Acrópolis de Atenas y arrancó la bandera nazi, que había sido colocada allí por las fuerzas de ocupación alemanas apenas un mes antes. Los nazis le condenaron a muerte en rebeldía.

Casi 74 años después de aquella memorable acción, a sus 92 años, y con una vida de lucha insobornable a sus espaldas, Manolis Glezos considera que la Troika ha sido renombrada como “las instituciones”, el memorándum como “el acuerdo” y los prestamistas como “socios”. Sostiene Glezos que llamar carne al pescado “no modifica la situación previa”. Mientras los jefes de Syriza caminan por Bruselas de la mano del homófobo y xenófobo Panos Kamenos, a lo más que llegan en su ocurrencia es a afirmar que el viejo Glezos, el viejo resistente antifascista y eurodiputado de Syriza, “está mal informado”.

A Sócrates, el gobierno de la época le invitó a cicuta. A Glezos, el nuevo viejo gobierno heleno le tacha de ignorante. Debe de ser que lee algo más que los comunicados oficiales del aparato de propaganda de Atenas. Cuando Glezos pide perdón al pueblo griego por haber participado en una “ilusión” no hace falta añadir una coma. Se entiende todo.

Julio Albitre Polo, director de EL KARMA.