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A Tim Burton le vence el comedimiento. No es de extrañar. No se puede vivir toda la vida de ser el niño rarito de Hollywood. O sí, pero solo cuando se encadena un éxito detrás de otro. Y eso no le pasa a Burton desde hace mucho, mucho tiempo. Y tampoco es ya ningún niño. Así que, cuando todo falla, tanto las historias originales como las adaptaciones de otras obras (horripilantes El Planeta de los Simios y Sombras Tenebrosas), hay que acudir al socorrido based upon a true story (que con Ed Wood no le fue ni tan mal). Es el caso de Big Eyes, basado en las miserias y desdichas de la (in)famosa pintura Margaret Keane, autora de los cuadros de niños con ojos hipertrofiados (supuestamente desconocedora de la obra de Tezuka), artista atroz y aun más torpe para las relaciones humanas, y su esposo Walter, más truhán que señor, artista wannabe pero con talento comercial. Walter canibaliza la ausencia de aptitudes de su esposa, consiguiendo vender sus obras como rosquillas (Alaska y Mario son muy fans, todo hay que decirlo) y atribuyéndose él su autoría, ante la infeliz connivencia de su esposa.
Scott Alexander y Larry Karaszewski, autores de los libretos de la mencionada Ed Wood, El Escándalo de Larry Flynt y Man on the Moon, están detrás del guión de Big Eyes, que no deja de ser un alegato, algo tramposo por otro lado, sobre las incoherencias del arte y la cultura de masas, y de si, como decía Andy Warhol sobre las pinturas kitsch de Keane, la calidad artística de la obra debería estar reñida con su éxito ante el gran público.
Horacio Sandoval © humorenlared.com |
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