mayo 7, 2015

Butaca de Gallinero: Coitus interruptus

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La nostalgia es mala consejera pero a veces es la única que nos queda. Sobre todo a viejunos cabrones como yo, que usan, por pura vanidad, una foto de perfil (y de DNI, ya lo digo todo) tomada cuando Kiko Matamoros se peinaba con raya en medio. El caso es que en estos días me he venido acordando de aquel tiempo en el que el mundo del cine no se encontraba subyugado por la tiranía de las trilogías. Y tirando de ese hilo, he venido a rememorar aquellos blockbusters que se quedaron en la secuela y que, hoy en día, sería impensable que no hubieran tenido una tercera entrega, colofón de saga probablemente subdividido en dos partes.

Es el caso de aquellos éxitos ochenteros, como Cazafantasmas 2, Gremlins 2 o Cortocircuito 2. Las cosas terminaban cuando tenía que terminar. Nunca hubo tercera parte. Ni Gozer regresaba del Más Allá con un arma secreta que le volvía inmune al cruce de los rayos, ni Gizmo viajaba en el tiempo y se enfrentaba a una invasión de gremlins medievales, ni Número 5 se aliaba con los integrantes de Die Artwood para combatir a la policía sudafricana. Ahí está el equilibrio virtuoso. Cuánto mejor le hubiera ido a la humanidad si jamás se hubiese estrenado Robocop III. Cuánto le hizo llorar al niño Jesús.

Roberto Aguirre © humorenlared.com

 

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