Entiendo que los medios de comunicación están ahí para generar opinión. Que lo de la objetividad está muy bien, pero que la línea editorial marca más que los hierros candentes a las reses. Que detrás de los diarios hay grupos con intereses muy concretos, pero que hay que quererles igualmente, como a un hijo que nos sale carterista o aficionado a la polka. Pero hay veces que la frontera entre sugerir y gritar al oído es menos sutil que una faja de esparto. Así, el periódico El Nervión, en su edición del martes 10 de noviembre, dedicaba el titular de portada a la iniciativa municipal bilbaína de ampliar el número de barrios que implementarán un nuevo contenedor dedicado a residuos orgánicos. Y el titular en cuestión, comedido, informativo, implicado, divulgativo, concienciado, delicado como un haiku japonés, reza así: «El marrón se extiende». Toma moreno.
Al pasar la página la noticia es todo normalidad institucional. El mal ya está hecho. Para cuando el lector pose su ojos sobre las líneas que componen la información la sofoquina y el desasosiego portadil ya no se lo quita nadie. Da igual que la información sea precisa y aséptica. Da igual que informe de los beneficios del compostaje y el apoyo a la sostenibilidad, de que la iniciativa sea voluntaria, de que el programa piloto en Deusto haya sido un éxito a repetir en otros barrios. Eso es ya información no útil, verborrea a olvidar. Como si Kiko Hernández se pusiera a recitar de memoria los elementos de la tabla periódica. Como si el chino de Gran Hermano comenzara a hacer un análisis dialéctico comparado entre la doctrina de Mao y el confucionismo revisionista. Eso da lo mismo. «El marrón se extiende». El ecologismo es un cristo, un pifostio, un coñazo, una lata, como el trabajo para Luis Aguilé. Da lo mismo que «marrón» sea una licencia a cuenta del quinto contenedor. El lector ya no se va a quitar de la cabeza el olor de la materia orgánica en fase de putrefacción. Ni los tiempos felices en los que, en la bolsa de la basura, convivían en armonía la raspa del pescado, la botella de Fairy y el tarro de la mayonesa. Ni la debacle del puerta a puerta y otros experimentos sociológicos promovidos por EH Bildu y que tan dudosos resultados electorales le reportó a la formación. Algo era ello.
«El marrón se extiende». Huyamos despavoridos. El planeta no nos necesita.
Héctor Sánchez © humorenlared.com |