EL CORREO nunca decepciona. Nunca deja de sorprender en su papel de adalid de la verdad. Inasequible al desaliento, el diario publicaba el jueves 25 de febrero una información encabezada por el siguiente titular: «La depresión y la ansiedad crecen un 33% entre la población vasca durante la crisis». El texto se hace eco de una investigación de la UPV y le deja a uno con las patas vueltas. Quién iba a pensar que, a pesar de las frases de Paulo Coelho en los muros de Facebook y de los omnipresentes concursos de cocina en los que te enseñan a hacer cordon bleu con una suela de alpargata y medio bote de Viks Vaporub, la población estaba triste. Quién iba a sospechar que, a pesar de las ofertas 2×1 del hiper y de los goles de Aduriz, una tercera parte de la población considera seriamente tirarse por la ventana el día menos pensado, por nimiedades como estar sin un duro o encontrarse a punto de estarlo. Quién iba a barruntarse que, a pesar de desconocer la menopausia o los problemas de próstata, y de conservar casi todo el pelo, a un tercio de los jóvenes no les quedan muchas ganas de levantarse por las mañanas. Será por falta de carácter. Será porque la espada de Damócles del paro y la precariedad comienza hacerles ya la raya en medio. Sólo Perogrullo lo sabe.

Pero el festival del humor no termina con tan desopilantes revelaciones que relacionan, de manera inédita, pobreza, inseguridad laboral e inestabilidad emocional. No se vayan todavía, aún hay más. La información aparece encajonada, en página par, como quien no quiere darse importancia por modestia, entre una publicidad de viajes de escapada y la página de las esquelas. Que no es por ser mal pensado, pero parece que quieren decir que en esta vida las alternativas son el bollo o el hoyo. O aún más retorcido. Como si, hablando de depresión, relacionasen la escapada con la paz eterna. Y eso tiene un nombre. Pero serán cosas mías.

Héctor Sánchez © humorenlared.com