Debajo de la palmera: El espía que nos contó sus secretos
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Un buen día de la década de los noventa, estando en Madrid, me llamó el periodista Manuel Campo Vidal. El escritor Vázquez Montalbán había escrito un libro sobre Jesús de Galíndez, y lo había titulado con este nombre y quería que mantuviera un careo en televisión con él. Vázquez Montalbán mantenía que el Delegado vasco en Nueva York había sido un espía y quería que yo le contradijera. No mucho, pues era en parte verdad, como lo fue toda aquella generación al servicio de los aliados, pero yo deseaba marcar el perfil intelectual, de escritor y el de demócrata frente a un dictador, Rafael Leónidas Trujillo, que terminó secuestrándolo en Nueva York y asesinándole en República Dominicana en 1956. Y es que de eso quería hablarme Pat Dyer que así se llamaba el espía inglés y de cómo habían organizado durante casi una década un servicio ejemplar, eficaz y que rindió muchos servicios a la causa aliada durante la guerra. Fueron tres sesiones ante un flemático, socarrón e ingenioso inglés nacido en Bilbao, ya que su abuelo había llegado en 1884 acompañado de su jovencísima esposa, una Doxford de Sunderland. Con ellos venía un niño de un año. Desde su llegada Dyer se dedicó al comercio del mineral del hierro. Lo compraba directamente a los propietarios mineros y lo vendía a las fundiciones del sur de Gales. Fue cónsul honorario de Gran Bretaña y cuando volvió en 1916 a Cardiff dejó a su primogénito a cargo de los negocios de la familia que lo mantuvieron hasta 1936. Al comenzar la guerra civil, el bloqueo del Puerto de Bilbao puso fin al comercio del mineral de hierro con el Reino Unido, falleciendo en noviembre de ese año. Llew Dyer tenía una excelente reputación en Bilbao. Había sido uno de los fundadores y jugadores del Athletic, formando parte del equipo que había ganado la copa en dos ocasiones. Fue además un buen tenista y en los veranos jugaba al criquet con la comunidad británica. Fue asimismo una autoridad en relación con los toros habiendo sido uno de los fundadores del Club Cocherito. En 1916 nacía en Las Arenas, Arthur Patrick Dyer, hijo de Williams y nieto de Sidney. Con solo nueve años Pat fue enviado al Saint Edmund´s College, en el norte de Londres, donde permaneció durante diez años. Destacó en los deportes siendo durante varios años el capitán del equipo de rugby. Como se ve una familia inglesa de manual. Cuando Inglaterra declaró la guerra a Alemania, Pat Dyer se presentó voluntario para servir en el Ejército británico. Sin embargo fue destinado al Minister of Economic Warfare (Ministerio de la Guerra Económica) y casi inmediatamente destinado al Consulado británico en Bilbao. Conocía la ciudad, el idioma, la sociedad y había nacido en Las Arenas. El espía perfecto. Al poco se hizo con las riendas de una información sensible que abarcaba todo el movimiento de barcos del puerto, el trasiego de personas en los hoteles y los movimientos del consulado italiano y alemán en Bilbao y las relaciones con el espionaje norteamericano que pululaba asimismo por Bilbao. Pat nos contó historias de todo tipo como para hacer diez películas, admirando siempre la discreción, la entrega y la profesionalidad de gentes vocacionales que habían perdido una guerra pero confiaban que el fin de la guerra mundial diese la libertad a Euzkadi y que la República volviera a España. La traición aliada y el reconocimiento a Franco les creó una desazón muy intensa. Fruto de aquellas conversaciones ha sido nuestro libro Nuestro Hombre en Bilbao, remedando el de Nuestro Hombre en La Habana con una historia más o menos parecida y que presentamos el mes de junio en Bilbao. Con el texto en su día fui donde el embajador inglés en Madrid y a la oficina de Darek, el cónsul inglés actual en Bilbao, encontrándome con la fría indiferencia que Pat Dyer denunciaba sobre los suyos. Una lástima porque estoy completamente seguro que en la Patria de John Le Carré, donde tanto gustan estas historias, este librito traducido al inglés tendría su lugar y Pat Dyer quedaría satisfecho. No es muy común que un espía te cuente sus secretos. Pat Dyer lo hizo, me imagino que pidiendo permiso al MI6, ya que después de Bilbao hizo trabajos en América del Sur como diplomático.
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