Juego de niños: Cúmulos y estratos
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Ya de pequeña me repetían que bajara de las nubes. No hice caso y me aficioné a la literatura. Cuando un diccionario de sinónimos se convierte en libro de cabecera, ojo al parche. Más interesada en los géneros literarios que en el género humano, veía en cada texto la clave de quién sabe qué. Las estanterías fueron quedándose pequeñas. Libros abiertos anidaban por el suelo, como una nueva especie avícola. En época de cría, debajo de enciclopedias y diccionarios aparecían pequeñas ediciones de poesía y novelas de bolsillo. Así se generaban auténticos cúmulos que sólo movía el viento de alguna mudanza.
Ahora resulta que voy a pintar la casa y tengo que desmontar el chiringuito. Aprovecharé para ordenar a fondo. ¡Rápido, necesito un libro para saber cómo hacerlo! Según Marie Kondo es preciso deshacerse de casi todo, porque el orden es imposible cuando hay muchos objetos. De cajón. ¿Qué voy a hacer entonces con mis libros-polluelo, acomodados en sucesivos estratos, tantos como etapas personales? Menuda ensalada. Pero, bien pensado, ya se han hecho mayorcitos. ¡Hala! A vivir de alquiler en la biblioteca pública, que la vida es muy dura y yo necesito mi espacio vital. Elene Ortega Gallarzagoitia © humorenlared.com |
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