Gora Euskadi: Llegar a viejo
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La mayor parte de los titulares que llegan a esta, mi humilde sección, son entes autónomos que rebasan por sí mismos las fronteras de la ética y la objetividad periodísticas y se adentran en procelosos mares, no me atrevería a decir que inexplorados, de audacia, temeridad e intencionalidad manifiesta. Lo hacen por su cuenta, casi siempre. Solos. Don Quijotes sin Sancho Panza del torticerismo descarnado. Pero hay raras ocasiones en las que esos titulares se sincronizan con el titular vecino hasta formar una alineación de astros capaz de volarle la cabeza al lector. Y eso me sucedió el jueves 24 de noviembre, cuando mis ojos se posaban sobre la página 6. Dos golpes en ráfaga. Pim, pam. Como un ninja cabreado que te despacha rápido porque tiene el coche en doble fila y anda con prisa. Primero. Bajo foto de ancianos bailando el chicharrillo. “Hasta que el cuerpo haga crac”. Segundo. Columna de salida. “La patronal de las residencias tacha de “cruel” el paro convocado para Navidad”. Gerontocombo. Y sin despeinarse.
La ciencia de la Deontología tendría para un volumen entero con cada una de las dos informaciones, pero juntas, opuestas y complementarias, generan una reacción entrópica de formas caleidoscópicas y consecuencias impredecibles. En la noticia principal se muestran ancianos felices que parecen poner en peligro su integridad física movidos por la inconsciencia propia de su edad. El periodista nos ilustra con frases entrecomilladas como “Los médicos nos cortan. No nos dejan bailar tanto como queremos” o la más autodestructiva “Primero (leo) las esquelas y después las actividades culturales. Me apunto a todas”. En el texto de la columna se informa al lector de que la patronal de las residencias considera “cruel” que la huelga se extienda al periodo navideño, ese tiempo de dicha para pasar con la familia. Porque todo el mundo sabe que para que una huelga sea efectiva no deben existir presiones y se impone el buen rollo entre las partes. Por un lado, ancianos sanos a punto de dejar de estarlo. Por el otro, tétricas residencias desatendidas entre guirnaldas, belenes, espumillón y árboles de navidad iluminados como un burdel de carretera. Eros y Tánatos. Viejos hedonistas. Cuidadoras insensibles. Y EL CORREO velando por todos. Mostrándonos nuestro destino cruel. Cha cha chá o gotero. Susto o muerte. Héctor Sánchez © humorenlared.com |
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