febrero 13, 2017

Gora Euskadi: Hábitos heredados

Atrás queda el recuerdo de los fastos navideños. De las opíparas cenas y de los reencuentros con esos seres querid… con esos familiares a los que, con suerte, hace tiempo que no vemos. Pero del mismo modo que las primeras trajeron consigo gastroenteritis de infausta memoria, los segundos vinieron acompañados de broncas, trajines, peleas, follones, debates, reyertas, enganchadas, duelos dialécticos y desencuentros varios, de esos que se vienen repitiendo de manera crónica y estacional a lo largo de los años. Por eso los redactores de EL CORREO no han podido dejar pasar la ocasión de hacerse eco de la entrada en vigor de la nueva legislación que permite desheredar a los descendientes más cercanos. Así que en EL CORREO del domingo 15 de enero, en su página 28, aparecía el titular “La mayoría de padres desheredan a sus hijos al sufrir adicciones o por no atenderles”.

No voy a caer en la provocación de su ambigüedad redaccional que llama a equívoco. Tal como está escrito tal pareciera que los padres viciosos y adictos no atienden a sus hijos y encima les dejan fuera del testamento en pleno delirio estupefaciente. Entiendo que hace referencia a las razones de los progenitores para desheredar a sus vástagos, ahora que pueden. Porque, ¿por qué publicar una tediosa noticia sobre leyes de herencias y sucesiones, que solo interesa a notarios y gente con problemas de insomnio, cuando se puede hacer un despliegue de carnaza, salseo, trapos sucios, dramas familiares y miserias varias condensadas? Pero no termina el desfile con adicciones y abandonos. Hijos de segundas nupcias, desarraigo, crueldad o simple pasotismo circulan por la información, que pasa de ser una plúmbea noticia sobre jurisprudencia a una atractiva exhibición de falconcrestismo para iniciados.

En cualquier caso, resulta entrañable que en estos tiempos de miseria energética, desahucios, recortes en las subvenciones médicas a los jubilados, precariedad laboral y cuentas corrientes que hacen eco por vacías e insondables, los señores de Vocento nos recuerden que tenemos que llamar más a ese tío de América del que nunca hemos sabido nada. No sea que la diñe y no nos deje ni un clavel. Ahora que puede.

Héctor Sánchez © humorenlared.com

 

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