Los medios de comunicación, y los periódicos en particular, son un reflejo de la sociedad en la que vivimos. Sus páginas, además de esquelas, promocionales en los que regalan vajillas, horóscopos y crucigramas, también albergan informaciones sobre el mundo que nos rodea. Escritas por personas, como nosotros, que sangran cuando las pinchan, ríen cuando les hacen cosquillas y, dependiendo de su contrato laboral y su filiación sindical, más o menos se vengan cuando las agravian. Pero más allá de estos ejercicios individuales, un periódico tiene vocación de espejo público y, por tanto, refracta la zeitgeist, el espíritu de su tiempo. Y no sólo refracta, sino que guía y da un empujoncito, y una colleja si hace falta, al lector indeciso y tozudo que trata de tomar sus propias decisiones, desdeñando groseramente la mano de ese diario lazarillo que tanto se preocupa por él. Como sucede con el titular, y la información que lo acompaña, de la página 56 de EL CORREO del 10 de junio. Un gran despliegue, la ocasión lo merece, a cinco columnas, con su fotografía y sus sumarios: «Una jueza en prácticas lidiará con más de 100 demandas semanales contra la banca». El periódico nos advierte, para que no seamos insensatos. Por nuestro bien.
A la redactora de la noticia no le tiembla el pulso a la hora de señalar que una mujer, joven, con poca experiencia, en prácticas, debe lidiar ella sola con litigios derivados de las cláusulas suelo, los gastos de las hipotecas y otros casos como el índice IRPH. A lo mejor era prescindible mentar el rango de edad de la jueza, que ha estudiado en Zaragoza (teniendo aquí al lado la Universidad de Deusto, qué detalle tan feo) o que se ha sacado la oposición hace cuatro días. Es posible que fuera superfluo insinuar que la que vale es la juez titular pero que sólo tutoriza (vaya por Dios), que a quien le toca tan ingrata tarea sólo ha hecho prácticas en el simulador y que lo mismo en enero de 2018 desaparece con bomba de humo. Tal vez no era necesario profundizar tanto en un currículum cuando, le toque a quien le toque el marrón (en el texto se dice «reto», por deferencia) va a estar desayunando medicamentos antiulcerosos hasta el día que el Amurrio C.F. gane la Champions. Pero eso da igual. Todas esas picardías del periódico son medios que justifican un fin misericordioso, pura piedad: alejar al lector de los juzgados. Advertirles de que, por muy zascandiles que hayan sido los bancos con ellos, no merece la pena embarcarse en un largo y penoso litigio que se sabe cuándo empieza pero no cuándo acaba. Y menos con semejante amateurismo campando por las instancias. Mejor resignarse. Virgencita, virgencita. Ya saben.
Algunas mentes sucias pensarán que EL CORREO cierra filas con la banca solo porque Vocento ha pasado en un año de tener un ratio de Deuda Financiera preocupante a uno moderadamente incómodo. Confunden el amor con el interés. Cuánta envidia.
Héctor Sánchez © humorenlared.com |