octubre 20, 2017

Oreja a la Plancha: Un pico y una pala le daba

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Una vez escuché a Mario Vaquerizo decir en la tele que en su grupo no había músicos, que cómo iba a haber músicos, que por supuesto iban en playback, por favor, que estamos en el siglo XXI. Lo dijo como si estuviera comparando robots domésticos con chachas filipinas, como si no existieran los oficios, como si todo lo que hay a su alrededor estuviera ahí a su servicio, como si cualquier persona que consiga algo en virtud de su esfuerzo fuera alguien de categoría inferior. Lo dijo desde su nube, desde su trastorno múltiple, desde su pedo, desde su galaxia a la que no pertenecemos, por suerte, la mayoría de los demás, y en la que por mí se puede quedar a vivir para siempre, que tiene que haber gente para todo.
Raro es que le haya visto el careto, porque huyo de la tele como de la mierda que es, pero ya que le escuché esa perla, que me toca la punta del gremio, me gustaría llamar la atención sobre el hecho de que este influencer, o monguer, o subnormal o como se diga, es eso nos guste o no: una persona con influencia. Resulta que sus palabras calan en mucha gente. Si siguiendo la moda linchadora actual algún tarado iniciara una petición de firmas para que el tipo perdiera el trabajo por lo que dijo, ¿de qué trabajo estaríamos hablando?

Juan Abarca © humorenlared.com

 

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