marzo 18, 2018

Gora Euskadi: Giro de guión

Leer prensa es como ver una película. El contexto es importante. Nos encontramos delante de la pantalla presenciando, es un suponer, cómo un mostrenco ataviado con una máscara de hockey y un cuchillo de carnicero desmiembra a la mitad del reparto. Es poco probable que, en el momento en que la protagonista baje al sótano, lo primero que se nos venga a la cabeza es que va a encontrar su vieja colección de revistas Atalaya y las fotos del viaje a Orio en 4º de la ESO. No. Estaremos con el corazón en un puño, temiendo que el tipo del machete le haga una traqueotomía preventiva. Pues con los periódicos sucede igual. Las noticias que rodean otras noticias nos ayudan a contextualizar. Son las risas enlatadas de la información, o los acordes de violín de fondo, que le indican al lector apresurado cuándo toca hilaridad, cuándo sonrisa de medio lado, cuándo entrecejo fruncido y cuándo acongoje sin miramientos.
Por eso el martes 20 de febrero, después de posar mis ojos, no sin inquietud, por la colección de detenciones, robos, condenas, agresiones sexuales, atracos y desvalijamientos varios que aparecían en la página 4 del diario EL CORREO, al girar la vista y encontrarme con el titular de la página 5, ese malestar se convirtió en mal disimulado sudor frío con principio de arrebatamiento intestinal. «Los asaltos de inmigrantes en el Puerto de Bilbao pasan de 300 a más de 3.000 en un año». El apocalipsis ha comenzado. El fin está cerca.
Por el tono de las informaciones circundantes, aquel in crescendo tenía que ser una voz de alarma que nos alertaba sobre el fin de nuestra forma de vida tal como la conocíamos. Las hordas de inmigrantes, cual zombies embrutecidos, habrían asentado su reinado del terror en el Puerto de Bilbao. Un paraje en el que la vida ya no valía nada. El Bronx de las películas postapocalípticas de los 70. El ghetto de Varsovia en 1942. Guta Oriental una tarde cualquiera. Lo del «ongi etorri errefuxiatuak» se nos había ido de las manos.

Pero entonces, cuando el lector ya se había acostumbrado a la idea de ser testigo de los albores del mundo de Mad Max, el cuerpo de texto presenta un inesperado giro de guión. Los «asaltos» del titular no se refieren a atracos, pillajes y agresiones. Hacen referencia a los intentos de los inmigrantes para entrar de polizones en el ferry para recalar en tierras más benignas. Que son ellos los que nos quieren lejos, hartos del hacinamiento, de la miseria y de ayudar a vender periódicos sin cobrar comisión. Las cifras son tan abultadas porque en muchas ocasiones pillan a los mismos varias veces. Y en ningún caso se producen mayores altercados. Argucias de redactor para generar interés. Triquiñuelas para comprobar si estábamos atentos. Al pasar de nuevo la página, el apocalipsis ya está olvidado. Viva la dramedia.

Héctor Sánchez © humorenlared.com

 

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