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Podríamos debatir qué juego ha sido el más prometedor del E3, pero una cosa está clara: el momento más impactante ha sido el beso entre Ellie y Dina. Aparte de cuestiones técnicas, donde The Last of Us 2 ha vuelto a demostrar que está a años luz del resto, parece que el morreo entre dos mujeres ha soliviantado a muchos jugadores homófobos, que además se ha producido poco antes del Día del Orgullo Gay, donde a buen seguro veremos la escena convertida en icono pop.
En los últimos años ya ha quedado claro que, pese a su juventud, gran parte de los consumidores de videojuegos son más conservadores que Matteo Salvini, Zoido y Clemente en una discusión de Forocoches. Las redes sociales amplifican el discurso retrógrado de tíos blancos heteros que hoy día ven peligrar sus privilegios no sólo en el mundo real, sino también en ese pequeño reducto que creían que permanecería siempre inalterable, ajeno a los (necesarios) cambios sociales. Son tan cortos de miras, que ni siquiera son conscientes de la propia historia de los videojuegos; muchos reaccionarios critican esta decisión de Naughty Dog como simple estrategia de marketing, cuando ya en el anterior Left Behind supimos que Ellie era lesbiana en otra emotiva escena.
Koldo Gutiérrez © humorenlared.com |
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