Fotomontaje: Curso WhatsApp
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Los derechos se ganan a pulso. No los regala nadie, y, una vez adquiridos, no están garantizados. No es infrecuente que la molicie, el exceso de confianza, el desafuero y la desafección nos hagan perder lo que hemos logrado con tanto sacrificio. Como cuando pensamos que una pizza familiar pepperoni más o menos no va a alterar la dieta de rúcula que comenzamos en mayo. La autoindulgencia lleva a la decadencia, la decadencia a la arbitrariedad, y de aquí al caos. O a la obesidad mórbida, según el caso. Una de las tareas sacrosantas de la prensa es no permitir al lector esa autoindulgencia y alzar frente a él, con cariño, el dedo acusador que le ponga en alerta frente a la voluptuosidad perezosa de quienes creen que ya todo vale. Los periódicos, sin más armas que la tinta, el papel, una potente red de distribución, ayudas públicas, dinero de sus anunciantes, apoyo institucional y créditos bancarios, denuncian en sus páginas el uso y el abuso que los más altos estamentos del Estado pudieran hacer de su poder para subyugar al humilde ciudadano, valiéndose de los cantos de sirena del libertinaje y el radicalismo mal entendido. Ante la incontinencia reformista, moderación. (Más…) |