Gora Euskadi: Optimismo el justo
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Una de las grandes dificultades a las que se enfrentan hoy en día los mass media es la de conseguir el equilibrio entre todos los principios que defienden. Vivimos en una sociedad tan plural, tan compleja, tan multifacetada, con tantas causas con las que solidarizarse, que no es tarea baladí evitar incurrir en contradicciones. Cuánto más sencillo sería defender exclusivamente a un grupo con una agenda común que beneficiara al medio de comunicación en particular, bien por intereses crediticios, ideológicos o meramente políticos. Pero el sólo hecho de pensar en ello es absurdo porque de ese modo quedaría comprometida la independencia del propio medio y eso ya sabemos que no pasa. Esta persecución infatigable de la objetividad, cuando no del objetivismo, lleva en ocasiones a la prensa, el medio de la razón y el rigor por antonomasia, a hacer malabarismos con la información, no vaya a ser que el lector pueda acusarles de verter una versión sesgada de los acontecimientos. Veamos un ejemplo. En una de las cabeceras de Vocento aparece un reportaje a doble página titulado «Dieta, genética y vida sana convierten a las vascas en las más longevas de Europa». Podría parecer una loa al cientifismo y a la exaltación nacionalista, que avocaría al usuario del medio hacia un optimismo desaforado con respecto a su futuro. Pero el redactor sabe que tanta euforia racionalista no puede ser buena, así que introduce de rondón en el texto pequeñas píldoras de desencanto. Llama al aumento de la longevidad «años de más», aboga por una saludable reducción de la ingesta de calorías (comer, ese vicio tan feo) y no obvia el efecto beneficioso de rezar. Pero, a lo mejor, esas perlas no son suficientes para apaciguar el entusiasmo. Así que el artículo principal se acompaña de un suelto bautizado «El ser humano contra los avances de la ciencia». En él hace un guiño a todos aquellos lectores críticos con la confianza ciega en el progreso científico. Que nadie se quede sin voz. En resumen, viene a decir que las actuales generaciones preoctogenarias ni de coña vamos a vivir tanto y tan bien como los provectos ancianos de hoy. Que hasta aquí llegaron los récords. Que el estrés, el individualismo, la mala alimentación y las crisis económicas (pasadas, presentes y futuras) nos auguran un futuro muy negro, de longevidad tirando a discreta. Y todo por culpa de esa ciencia, que tan pronto te inventa el paracetamol, como la doble burguer con queso o la hipoteca subprime. Todo en la página anexa a la de las apacibles viejecitas de plácido semblante. El texto no habla de acudir a las concentraciones de jubilados con mangueras a presión, varas de hierro y carteles con el slogan «Viejo, mamón, reparte tu pensión». De momento. Héctor Sánchez © humorenlared.com |
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