Gora Euskadi: Más que mil palabras
![]() |
|
Desde su misma génesis, el periodismo se ha debatido entre dos pulsiones, que tiran de él como caballos desbocados y que debe manejar con habilidad y astucia para no terminar descuartizado como Túpac Amaru el día en que le llevaron al quiropráctico. En un extremo, la obligación autoimpuesta de emancipar al ciudadano frente a las injusticias que le rodean y arrancarle de su ignorancia secular. En el otro, el plegamiento escrupuloso, tal vez a su pesar, a la ley, a la norma, al reglamento, a la directriz, al código deontológico, que rigen su actividad. A pesar de la escasa pertinencia estética y comunicativa de incluir una foto que no aporta más información que el Licoln de Dalí o una pared de ladrillo visto (el tatuaje delator apenas se reconoce), EL CORREO deja clara su posición y no se arredra a la hora de ilustrar con pelos, señales y cuadraditos de colores la barbarie imperante. Otra vez. Algunas almas filisteas podrían pensar que esa foto pixelada es el rien ne va plus de la escalada sensacionalista en la que se ha embarcado el periódico. Que el diario prefiere poner una foto codificada, como las películas porno del desaparecido Canal+, antes que renunciar a usar el fondo de armario pictográfico. Que con tanta noticia morbosa por centímetro cuadrado de papel (web aparte) hace que El Caso parezca Esther y su mundo. A esos les digo que mucha envidia es lo que hay. Deberían dejar que las cabeceras del grupo Vocento camelen como ellas camelan. De sobra saben lo que hacen. No por nada se han pasado media vida pixelando caras en los anuncios de explotación sexual. Ellos, para eso, tienen experiencia. Héctor Sánchez © humorenlared.com |
Pincha aquí para ir a otras columnas de Héctor Sánchez
Pincha aquí para ir a las columnas de los colaboradores más buscados