noviembre 13, 2019

Gora Euskadi: Sacrificios

Lo primero que debe hacer el equipo de redacción de un medio, ante el demoledor tsunami que es la actualidad, es discriminar. La avalancha de noticias debe ser cribada, desmenuzada y filtrada antes de proceder con la selección, como Juan Valdés en los días en que la artrosis se hacía llevadera. El flujo de informaciones es constante y no todo cabe, en el caso de la prensa, en las páginas del periódico. Venden diarios, no la Enciclopedia Espasa. Hay que elegir. La dictadura del espacio es implacable. Pero que no palidezca el lector ante semejante vicisitud, que para eso se inventaron cosas como la agenda setting o las líneas editoriales. Los responsables de los grupos mediáticos saben lo que es importante. Lo que nos conviene. Años de experiencia y movimientos de sillas en los consejos de administración les han enseñado a separar el grano de la paja. Metafóricamente, se entiende.
Por eso el Grupo Vocento, adalid de la objetividad informativa, paladín de la ilustración periodística, forjador de conciencias, sabe tomar el pulso de la calle y no se deja arrebatar por el cortoplacismo sensacionalista. Con esa premisa siempre en mente, El Correo, uno de sus buques insignia, el lunes 7 de octubre, publica la noticia «El BBVA declarará el jueves como investigado en el ‘caso Villarejo'», a propósito de uno de los más graves casos de corrupción corporativa de la historia reciente. Pero el diario no quiere caer en la cobertura alarmista. Eso sería lo fácil. Prefiere tener una actitud más cerebral, más parca, y asignar a la noticia apenas media columna, semienterrada en el cuadrante inferior de la página 37, en la sección de Economía.

No hace falta ser un genio de la empatía para darse cuenta de que esta ha sido una decisión difícil para el periódico. Qué más quisieran los responsables de Vocento que dedicarle un reportaje, ¿qué digo?, un monográfico especial al caso. Después de todo, Ignacio Ybarra, presidente del Grupo Vocento y antiguo responsable de Servicios Transaccionales Globales y director de la Unidad de Instituciones Financieras del BBVA, además de director de Negocio de Banca Mayorista de América y director de la Unidad de Clientes Globales, controla un 11% del capital del Grupo, que se suma al 5,4% de Carmen Ybarra y al 6,5% de Enrique Ybarra. ¿Cómo no va a querer una familia de tan rectos principios dar toda la visibilidad posible a un asunto que, de seguro, les indigna, les avergüenza y les toca tan de cerca? Seguro que Don Emilio, quien fuera presidente del BBVA y máximo demiurgo de Vocento, Dios lo tenga en su gloria, así lo hubiera querido. Mas no desea Vocento que sus intereses egoístas, que esa necesidad de sacar a la luz cualquier mácula que empañe el buen nombre de tan entrañable entidad financiera, nublen su buen juicio. Con el aliento del Santander en la nuca conviene mantener la calma. Después de todo, el lector necesita saber sobre la capilla mormona más grande de Euskadi o la proliferación de las setas a causa del cambio climático, noticias que tienen un mayor despliegue. El que se merecen. El periodismo es así. Ante el espacio finito hay que hacer sacrificios. Aunque duelan. Como la información «Las rutas de la esclavitud sexual en España», publicada en el diario ese mismo día. Por supuesto que se merecía aparecer en página impar, pero ese espacio ya estaba ocupado por publicidad. Y la publicidad es necesaria. Sobre todo después de que Vocento tuviera que prescindir de sus anuncios de explotación sexual. Lo dicho, sacrificios.

Héctor Sánchez © humorenlared.com

 

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