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Bethesda lleva siglos viviendo de las rentas. La que parecía una compañía simpática por resucitar sagas clásicas como Fallout, se dedica sistemáticamente a estirar el chicle de la nostalgia con franquicias de los 90 como Doom, Wolfenstein o Elder Scrolls, con las honrosas excepciones de Dishonored y ese Prey que no es lo que nos prometieron.
Tras la gran resurrección de Fallout 3 y su estupenda secuela New Vegas, se sacaron de la manga la cuarta entrega que olía mal desde el primer día. No contentos con eso, por si aún quedaba algún incauto lanzaron Fallout 76, totalmente roto como acostumbra la compañía. Su director es Todd Howard, amiguito de otro vendecoches como Elon Musk, así que ahora acaban de joder aún más su juego gracias a un sistema de suscripción que beneficia a quienes paguen una cuota mensual por ciertas ventajas. Eso ha provocado el enfado de la comunidad y ha generado una división total entre ricos y pobres. Un sistema de castas que ha devaluado la moneda típica del juego (chapas) y que ahora sus moradores emplean la munición de una pistola como nuevo sistema de economía sumergida. Como la vida misma.
Koldo Gutiérrez © humorenlared.com |
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