La intelectualidad y las élites culturales, que se alimentan de subvenciones y batidos de mandarina, nos alientan a abandonar los chiringuitos de playa y las piscinas públicas para acudir en tropel a los museos. Dicen que nos enriquecen culturalmente (económicamente desde luego que no, porque la mayoría cobra entrada). Otra falacia a desmontar.
Nº 1. Hipocresía
Visitar museos es un gesto hipócrita, porque es lo primero que hace todo el mundo cuando viaja fuera de su ciudad y aunque nunca ha pisado los que tiene en casa: el museo de desnudos pornográficos de Velázquez de al lado del portal acumula telarañas, pero nosotros perdemos el culo por ir a la Casa del Mosto Picado en Ámsterdam.
Nº 2. Mal gusto
Si ver los álbumes de fotos del último viaje al Pirineo cordobés de los primos de Arrankudiaga es algo aburrido, cutre y chabacano, ¿cómo no lo va a ser patearse un sitio lleno de cuadros de gente que ni siquiera es familia nuestra? Acudir a esos sitios es un acto de curiosidad malsana y de un mal gusto manifiesto. Fatal. |
Nº 3. Ira
Los museos coartan la libertad del individuo, empezando por lo de no poder tocar los cuadros, ni con la mano ni con un cuchillo de cocina eléctrico. Sólo dejan tocar en algunas Casas de las Ciencias, pero las soluciones de ácido nitroso y los intestinos de cordero en descomposición los va a auscultar su abuela la del pueblo. Y esto provoca ira. Inaceptable.
Nº 4. Coacción
Al hilo de lo anterior, en los museos no se puede sacar fotos. Si te ven con la cámara mandan a la patrulla antidisturbios con bombonas de gas mostaza. Y si usas el flash tiran directamente de balas de plástico. Eso sí, en la tienda del museo te cobran por las postales de los cuadros un riñón y cuarto y mitad del páncreas.
Nº 5. Iniquidad
Visitar ese tipo de establecimientos hace que afloren a la superficie los peores sentimientos del ser humano.
El aburrimiento de recorrer el mismo pasillo (o uno muy parecido) una y otra vez, hace que sólo disfrutemos de la estancia siguiendo a familias en las que la abuela dice constantemente que tiene que graduarse las gafas ante los cuadros de Mondrian y el padre suelta un speech sobre las vanguardias del arte en el periodo de entreguerras enfrente de la boca de incendios.© humorenlared.com |
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