mayo 5, 2020

Psico: Asociabilidad

La persona asocial, como la propia palabra indica, huye de la sociedad. No comparte las normas convencionales de la sociabilidad y el gregarismo, y no desea relacionarse con otros individuos. “Puede hacerlo por ser compulsivamente tímido”, comenta el psiquiatra forense Nicolás Diezmenoscuarto, “o, como diría Aristóteles, por ser un ser superior a la especie humana. Este último caso suele ser estadísticamente poco común de todas formas”. El sujeto asocial no comparte tiempo ni espacio con los demás, ni comparte los códigos de conducta habituales. Se aísla deliberadamente y sólo en contadas ocasiones entabla relación con los demás. En ocasiones sólo ha visto a sus vecinos a través de la mira telescópica de su carabina comprada en el mercado negro.
El ser asocial es intrínsecamente antisocial, aunque no lo manifieste apedreando cajeros automáticos, locales de ocio o edificios gubernamentales.
La psicóloga Pamela Dass-Konkesso, que lleva años tratando con pacientes con cuadros de asociabilidad en la Universidad Nacional de Zurich, establece que “la incapacidad de asumir los roles impuestos por la sociedad sume a estas personas en la introspección y tras un debate interno optan por prescindir del contacto con otros seres humanos. Vamos, me lo supongo yo, porque llevo 17 años tratando a mis pacientes y nunca me han dicho una palabra…” Dass-Konkesso puntualiza que la mejor terapia para alejar a estos individuos de su aislamiento es mediante terapias ocupacionales, motivándoles a desarrollar actividades que les obliguen a entrar en contacto con otras personas como las de guardia nocturno en un pabellón industrial o farero.

© elkarma.eus

 

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