El primer gran éxito de James Cameron, con permiso de Piraña 2, se ha convertido a lo largo del tiempo en una película seminal, referente del género de acción y ciencia ficción de los 80, e iniciadora de una saga más fecunda que un matrimonio del Opus Dei. Sin embargo, tanto el planteamiento original del director como su desenlace iban a ser muy diferentes a lo que pudimos ver en pantalla. El origen de la idea no tiene una única fuente. Si bien es cierto que se inspiraba mucho en un cuento de Harlan Ellison, Cameron leería el relato estando muy enfermo. Entre la fiebre, el delirio, la medicación rica en codeína y las revistas porno con las que entreveraba la lectura, sus noches se llenaban de sueños eróticos repletos de pelos cardados, cuerpos musculados y escopetas de cañón recortado. Entre polución nocturna y polución nocturna, el canadiense comenzaría a escribir un primer tratamiento de guión que acabaría en un cajón atestado de calcetines acartonados.
¿Sueñan las ovejas con androides eléctricos?
Con el paso de los años, Cameron retomaría aquel guión y, con la ayuda de William Wisher, escribiría una comedia romántica sobre un androide asesino proveniente del futuro que trata de abandonar su aburrida rutina de masacar humanos para disfrutar del desmadrado Los Ángeles de los años 80. La máquina de matar llega por la cocaína pero se queda por el amor. Durante una noche loca conoce en una discoteca a la joven Sarah Connors, hija de un tenista famoso, de la que se enamora perdidamente. Pronto comienzan a flirtear. El Terminator se da cuenta entonces de que tiene que calibrarse el servo del ojo y marcha al baño tras decir «Volveré». En ese momento un soldado humano de permiso, también procedente del futuro, aprovecha el momento e invita a Sarah a un mojito. Ahí comienza un divertido triángulo amoroso en el que se mezclan los equívocos, las perforaciones de bala, las explosiones, el vodevil y la sangre, y que rompe constantemente la cuarta pared. Y todas las paredes en general. Incluido algún pilar maestro.
Con el casting completo, incluyendo a un Schwarzenegger que había devorado toda la filmografía de John Hughes, y a punto de empezar a rodar tras algunas tomas de prueba, Orion decidió echar para atrás el guión. Presentaba demasiadas similitudes con Un, dos, tres… splash y La fuerza del cariño por lo que tuvo que ser reescrito a marchas forzadas. Tom Hanks y Meg Ryan caerían del reparto y serían sustituidos por Michael Biehn y Linda Hamilton. Y lo demás es leyenda.
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