Gora Euskadi: Objetivos discretos
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Ya he repetido en varias ocasiones que la pretensión más noble a la que pueden aspirar los medios de comunicación, especialmente la prensa, es la objetividad. Es decir, ese principio que exige actuar atendiendo a criterios relacionados con el objeto sometido a consideración y nunca con los sujetos interesados ni con el sentir personal de quien actúa. Aunque no sea por falta de ganas. En resumen, haga sol o truene, chapoteemos en un estanque de prosperidad o nos ahoguemos en un pantano de calamidad económica, gocemos de buena salud o vivamos amenazados por el jinete de la Peste, rezonguemos felices o suframos el exterminio sistemático por parte de una raza extraterrestre, un periódico sólo puede regirse por la imparcialidad y el rigor. Cosa diferente sería que una organización fascista, durante una contienda bélica, por poner un ejemplo, tomase la redacción de tu periódico. Pero no nos pongamos en lo peor que eso no pasa casi nunca. La cuestión es que la objetividad exige un compromiso que no siempre es sencillo de cumplir. Porque la vida tiende a estar llena de conflictos y contenciosos, y estos tienen la mala costumbre de implicar a varias partes que, ironías de la vida, no necesariamente están de acuerdo. Y claro, el periódico debe informar de los hechos sin tomar partido, porque no se puede tener contentas a las dos partes. Aunque tampoco es plan de desairar a nadie. Es entonces cuando se hacen necesarios la elegancia y el buen hacer periodístico, como el que exhibe el titular de la web de El Correo del 14 de junio: «Preservar la salud de trabajadores y clientes dispara los costes de las empresas vascas». La cabecera de Vocento, en un contexto de debacle económico-sanitaria (que es como decir erótico-festiva, pero en plan mal), tiene sobre la mesa, por una parte el tejido empresarial, que, por utilizar léxico financiero, las está pasando putas. Por otra, a la masa trabajadora y consumidora, que, por acudir a referentes de la antropología social, las está pasando reputas. Héctor Sánchez © elkarma.eus |
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