Gora Euskadi: El sueño revuelto
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Existe un concepto en alemán, ya se sabe que los alemanes son muy de conceptos, llamado zeitgeist, que se traduce como “el espíritu de una época”. Viene a significar el clima intelectual, cultural y social de un periodo de tiempo. Suele abarcar momentos más o menos largos pero, adaptando al Don Sebastián de La verbena de la Paloma, hoy los tiempos se adelantan que es una barbaridad. Así que el zeitgeist que toca está recién salido de fábrica. Es el de la pandemia de coronavirus. El del estado de alarma, el toque de queda, la distancia social, el gel hidroalcohólico, el confinamiento perimetral, la mascarilla, los ERTEs, el test PCR y los capítulos del BOE que acaban en “continuará”. Dicho esto, cada uno vive su película como le toca. Y no hay dos películas iguales. No es lo mismo ser dueño de un bar que ejecutivo de Amazon. Es diferente ser enfermera que desarrolladora de plataformas informáticas de teletrabajo. Así que lo que puede ser un drama para unos se convierte en una oportunidad para otros. Y esto es intolerable porque deja el esprit du temps hecho unos zorros y no hay quien se aclare. Falta homogeneidad y normalización ISO. O penamos todos o el zeitgeist al río. Los medios de comunicación, objeto de devoción de los seguidores de esta sección, tienen como labor uniformizar el sentir en estos tiempos de covid. Especialmente la prensa, que ante las deudas financieras y el descenso de la publicidad, de dramas y crisis existenciales sabe un rato largo. No es tiempo de buen rollo, dicen. Toca penar, pregonan. Basta ya de optimismo, pontifican. Por eso el diario El Correo nos obsequia el viernes 4 de diciembre, a página completa, con el titular a cinco columnas “La desolación de un Bilbao de pesadilla”. Ni esperanza ni esperanzo.
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