Psico: Síndrome del salvador severo
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![]() “Esto que podría parecer un chollo… no olvidemos que lo normal es pelear a cuchillo por ver quien se libra de bajar la basura… puede ser un infierno”, explica Ricardo Borriquero, psiquiatra forense, “ya que la labor del salvador sólo tiene sentido mientras es necesaria. Si la otra persona se las arregla sola, su rol corre peligro. Y de ahí a la vieja loca de Misery hay un paso”. La cuestión es que el san Bernardo puede actuar así por empatía hiperdesarrollada, adelantándose a las necesidades de su pareja sin su consentimiento, o por una imperiosa necesidad de control. En verdad, en verdad nos dicen
Esta actitud suele estar motivada por una falta de afecto en la infancia (ese poni que nunca le compraron…), que convierte al salvador en un abanderado del amor y la concordia, aunque sea a la fuerza. En un desfacedor de entuertos, aunque estos no existan (los entuertos, no los desfacedores). Y si no existen, se crean. Este es el componente peligroso del síndrome, como apunta Borriquero. Cuando el salvador cumple su tarea y su pareja se convierte en un individuo autosuficiente, el san Bernardo se dedica a dinamitarle la autoestima para, como un moderno Sísifo, volver a reconstruirla de nuevo. “Y no se te ocurra no darle las gracias por haberte hundido en la miseria y rescatarte de nuevo que te monta un cirio”, comenta Marcela D’Or de Guardia, psiquiatra especializada en trastornos de personalidad en mamíferos ungulados. “Normalmente los salvadores no son violentos, pero por no oír su sarta de chorradas acabas haciéndoles caso”, finaliza. |
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