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El trastorno mental conocido como erotomanía no consiste precisamente en que el individuo aquejado por este síndrome consuma compulsivamente películas de Emmanuel o devore libros de Jessica Steele a paletadas. La persona afectada, en realidad, mantiene una creencia ilusoria de que otra persona está secretamente enamorada de ella. Lejos de ser un rasgo de supervivencia, es decir, de ser un mecanismo que el sujeto desarrolla para envalentonarse y cortejar a la persona deseada manteniendo la esperanza de que su incursión amorosa será correspondida y no terminará en desplante y/o rodillazo en la entrepierna (en el caso de que el iniciador del flirteo sea varón), la erotomanía provoca que el sujeto se enamore de objetivos que no conoce y aparentemente inalcanzables, como es el caso de estrellas de rock, presentadores de televisión o actores famosos.
Por encima de sus posibilidades
De acuerdo con el psiquiatra Federico Mouna Chotta, “la dificultad para determinar si una persona está afectada de erotomanía o simplemente es una trepa de tomo y lomo reside en que el erotómano o erotómana siempre se enamora de gente con un estatus superior, con prestigio, poder, dinero, posición… Vamos que no se encaprichan de un mileurista con hipoteca o de un chatarrero ambulante. A menos que el chatarrero sea dueño de un emporio multinacional de reciclado de cobre”.
Aquellos aquejados por este síndrome pueden llegar a creer que la otra persona se está comunicando en secreto con ellos mediante sutiles métodos como la postura corporal, la disposición de los objetos de la casa y otros actos aparentemente inocuos. “El erotómano es más cansino que peligroso”, puntualiza Mouna. “No es común que su trastorno le lleve a intentar matar a Reagan para impresionar a Jodie Foster, por poner un ejemplo, aunque, bien pensado, si el resultado del magnicidio es que la persona deseada se fije en uno y le termine poniendo un piso en la Gran Vía al precio al que están… ahora mismo desempolvo mi viejo Kalashnikov”.
No existe tratamiento conocido más allá de las tortillas de bromuro.
Dra. Luisa Bergara © elkarma.eus |
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