Cómic: La familia Trapisonda
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![]() Francisco Ibáñez Ediciones B Como bien sabía Charles Manson, la familia es la piedra angular sobre la que se erige cualquier sociedad de bien. Y no sólo eso. Este circulo de relaciones primarias es una fuente inagotable de dinámicas de grupo que ningún guionista de cómic puede dejar pasar. Por esa razón las familias en el universo tebeístico son legión. Especialmente si nos fijamos en la editorial Bruguera de los 50 y los 60, donde los dibujantes de cómic cumplían su particular condena a galeras creando a destajo. Si bien uno de los santos (es un decir) más adorados del panteón sería Vázquez, demiurgo de la familia Cebolleta (1951), su alumno aventajado sería el stajanovista Francisco Ibáñez, creador en 1958 de la explotation, homenaje, clon de combate o como queramos llamarlo, la familia Trapisonda. Con el subtítulo “un grupito que es la monda”, la serie echó a andar en publicaciones como Pulgarcito, Ven y ven o El Capitán Trueno Extra, cuando aún resonaba el ruido de sables del affaire Tío Vivo. La serie cuenta las aventuras de una familia de clase media baja en la España del incipiente desarrollismo con padre (Pancracio), madre (Leonor), hijo sopapeable (Felipín), hijo repelente (Sabihondín) y perro respondón (Atila). La censura de la época hizo un Mogambo al encontrar que el tebeo ridiculizaba la autoridad de los padres y la santidad de la familia. Pancracio y Leonor pasaron a ser hermanos y los dos niños se convirtieron en sobrinos del primero e hijos de padre desconocido de la segunda. La criada Robustiana desapareció a los pocos números, no se fueran a ofender las clases pudientes por que esos pelagatos tuvieran servicio. Imprescindible. © elkarma.eus |
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