octubre 9, 2022

Debajo de la Palmera: ¿Qué hacemos con los sombreros de su majestad?

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Imelda Marcos fue la esposa del dictador, de Filipinas, Ferdinand Marcos. Tiene 93 años, es madre del actual presidente filipino y tiene un museo dedicado a sus zapatos. Es fundamentalmente famosa por ese dato y por otros, pero lo traigo a colación porque cuando cayó aquel régimen en su día, la noticia era qué iban a hacer con sus zapatos y decidieron que un museo.

Acaba de fallecer la Reina Isabel II, cabeza de la iglesia anglicana, reina del Reino Unido y jefa de la Commonwealth. Una venerable señora que ha sido alabada por no meterse en política, no decir ni el equipo de su preferencia, saludar desde el balcón con estilo, ir a las carreras de caballos en el hipódromo de Ascot, aguantar a sus hijos y a su patoso marido, desayunar pan con mantequilla sin sal y mermelada de frambuesa o fresa y algún arenque que otro. Ha visto Papas, presidentes, reyes y cortesanos durante esos 70 años y la gente ha llorado su fallecimiento y ante tan triste noticia, quien estaba a la espera ha llegado al trono, su hijo Carlos el tercero, a cuyo antecesor Carlos I le cortaron la cabeza y a él se dice le recortarán las orejas para que puedan entrar en las monedas.
El caso es que la buena señora, además de su tranquilidad y buen hacer callado, era muy conocida por sus sombreros ya que los había de todo tipo y en número de cinco mil. En forma de lámpara, de caldera, de puchero, de orinal, de maceta, de cucurucho, de turbante y de copa. Sombreros que habían de combinar con su traje por lo que deduzco que el maestro sombrerero de Buckingham Palace era un encargado a tiempo completo y con título nobiliario, que lastimosamente acaba de engrosar el paro. No se es alguien con trabajo tan específico e importante sin ser un experto y esa experiencia al parecer a la única que le podría venir bien sería a Isabel Díaz Ayuso, que le gustan estas cosas, pero que, de momento no le dejan contratarle.

¿Qué hacemos pues con los sombreros, dónde los ponemos, quién se ocupará de ellos?
Se me ocurren tres salidas al problema de espacio que la nueva pareja real demanda, es decir Carlos y Camila.

1.– Que Camila organice una venta, respetando la cola, de los sombreros de su majestad en Trafalgar Square. La venta de tan preciado objeto, no se podría comprar más de uno, sería para los gastos de la guerra contra Putin ya que la nueva primera ministra necesita presupuesto para la compra de armamento aunque se podría cambiar por enviar avituallamiento civil de todo tipo. Tendría más gancho.

2.– Que el rey Emérito español, Juan Carlos de Borbón y Borbón, encantado por el chollo que le ha supuesto ser invitado al funeral de estado, se lleve los sombreros a Abu Dabi y los venda a sus amigotes los jeques árabes y con lo que saque flete otro Fortuna o Bribón para navegar en el Indico con su cuadrilla de San Xenxo, ya que de momento su presencia no es muy apreciada por estos lares. Allí hay buen atún y se necesita barco con quilla poderosa.
3.– Que los donen al Club de los Amigos de la Boina que puso en marcha Emilio González “Currito”, allá por 1995, siendo su restaurant y él mismo santo y seña de Santurtzi y aunque ya no tienen local, se acaban de reunir y reivindicar la txapela como la mejor corona para un vasco.

Con los sombreros de la Reina y su venta podrían hacer un museo cerca de la Torre Loizaga donde están expuestos algo tan british como los Rolls Royce y ellos podrían hacer lo mismo con los cinco mil sombreros de su majestad. Coches, sombreros y txapelas hermanados y como un interesante reclamo turístico.

No me digan que no es una buena idea esto último porque algo hay que hacer antes de que Camila y Carlos, sobre todo éste, al que le molestan los tinteros antiguos, los mande a la próxima incineradora.
¡Dios salve a la Reina y a sus sombreros!

Iñaki Anasagasti © elkarma.eus

 

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