abril 4, 2023

Gora Euskadi: Nuevos aires

Las obligaciones del medio prensa, tan alejado de las modestas aspiraciones a convertirse en ruido blanco que tiene la radio, de las ínfulas cabareteras de la televisión generalista o de la vocación de entretenimiento vacuo de Internet y las plataformas de streaming, son complejas y a menudo complementarias cuando no contradictorias. No es fácil ordenar en la misma línea editorial los sentimientos de lectores encuadrados en tradiciones más ancestrales y las sensibilidades de otros seguidores más permeables a disciplinas menos atávicas, pero es la pretensión de los diarios de bien lograrlo. Siempre temerosos de Dios y enclavados dentro del eje de la única y verdadera fe, por supuesto, que aunque pueda parecer una obviedad conviene recordarlo. Por eso el diario de Vocento, viejo conocido en su afán por aunar acervo e innovación, elige como titular de la información a toda página (la 4 concretamente) en el periódico en papel del Miércoles 1 de marzo “El obispo permite a La Bilbaína saltarse la vigilia a cambio de ‘prácticas penitenciales’. Por si acaso el texto no era lo suficientemente preciso, la llamada a la noticia en la edición digital difiere ligeramente para convertirse en “El obispo permite saltarse la vigilia en una alubiada el Viernes de Cuaresma a cambio de limosnas o mortificaciones corporales”.

En fechas tan piadosas, el diario se ve obligado a poner pie en pared ante tanta modernidad y tanto descreimiento, pero hace una defensa de la cultura del esfuerzo, tan preconizada por voces más laicas. Porque se puede ser neoliberal, pero un neoliberal como Dios manda. Vocento da un tirón de orejas a la flor y nata de la sociedad bilbaína, que hace trampas para entregarse al pecado de la gula tan pronto como un perolo de cocido le guiña un ojo, y abandona las loas a la meritocracia que tanto ensalza con la pretensión de sustituir unos sacramentos por otros pagando por ello. Algo que no tiene ningún mérito a menos que seas autónomo y coquetees con el riesgo de exclusión social. El periódico critica la compra de bulas obispales porque se teme que, como sucedió en 1517, neoluteranos flexitarianos o, no lo quiera el Altísimo, veganos acaben clavando 95 tesis en la puerta de la basílica de Begoña. Incluso es probable que las mortificaciones corporales se puedan monetarizar en TikTok.

El sermón del periódico clama sutilmente contra esta alta sociedad, que sustituye el plato de lentejas de Jacob por uno de alubias (mucho más consistente, dónde va a parar) y compra indulgencias pero también contra la jerarquía de la Iglesia que las otorga. Una Iglesia vacilante, que no ha levantado cabeza desde los desmanes hippies de Juan XXIII y su concupiscente Concilio Vaticano II. Una Iglesia que no disimula el trato de favor a logias sectarias que ensalzan el culto a las legumbres, inasequible a los estragos que estas pueden causar al alma, al aparato digestivo y a la convivencia cuando, tras la alubiada, coincides en un ascensor. Y luego se queja de las acusaciones de pedofilia.

Héctor Sánchez © elkarma.eus

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