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La gimnomanía es una filia consistente en sentir un deseo irrefrenable al ver el propio cuerpo desnudo o el de otros. Si bien el segundo caso es bastante común, y el origen del éxito de publicaciones como Playboy, Penthouse o La Guía del Autoestopista Nudista, la primera es un caso estadísticamente menos corriente. De acuerdo con la psicóloga y antropóloga Olga Limatías-Pratts, «la desnudez ha sido una fuente de excitación sexual desde que el Homo Sapiens empezó a depilarse. Por eso a algunos individuos que no se comen un rosco, de manera vestigial, no les queda otra que excitarse consigo mismos. En el fondo les envidio”.
No hay que confundir esta filia ni con el parcialismo (como en el caso del fetichismo de pies, o la fijación por los sobacos no afeitados) ni con el exhibicionismo.
Las personas gimnomaniacas sienten deseo sexual incontenible ante la desnudez propia y ajena, por lo que suelen tener el acceso restringido en playas nudistas y otro tipo de establecimientos naturistas. “Los sujetos gimnomaniacos son muy básicos. Van al pan pan y al vino vino”, prosigue Limatías-Pratts. “Hasta el punto de que se han iniciado importantes investigaciones con terapias génicas para determinar si existe el factor hereditario y pueden aplicarse curas. O planes de eugenesia. Las investigaciones han sido patrocinadas por empresas de lencería, por supuesto”.
A pesar de las investigaciones mencionadas por la antropóloga, no existe terapia reconocida, más allá de recomendarles el exilio forzoso en poblados esquimales sin calefacción.
Dra. Luisa Bergara © elkarma.eus
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