Debajo de la Palmera: Asociación de Damnificados de Chistes Malos
Seguimos sin saber qué ha sido de los miles de sombreros de la Reina Isabel II, como tampoco de los zapatos de Imelda Marcos, ni del brazo incorrupto de Santa Teresa pero, tras el fallecimiento en junio de Silvio Berlusconi, hemos sabido que sus malos chistes, sus bromas de mal gusto, sus excesos no se van a perder. Y no es que recomiende yo semejante bazofia pero que a un personaje como éstos se le haya organizado un funeral de estado cuando al juez Falcone, que murió junto a su mujer por combatir el crimen organizado, solo le despidieron con un simple Ciao!, es que clama un poco al cielo, cuando se sabe de buena tinta que Berlusconi opera ya en la caldera de Pedro Botero. En la política vasca también tenemos gentes de chiste fácil. Mi compañero Joseba Zubia es experto en chistes malos pero los cuenta tan bien, que todos se ríen, hasta su mujer que los ha oído quinientas veces. Es tal su fama que hemos creado una Asociación de Damnificados de Chistes Malos de Zubia (ADANCHISMAZU), con carnet, foto y derecho cada fin de año a participar en la rifa de un jamón. Quizás con el tiempo nos animemos a editar un libro de verano como el que estará de moda en Italia, que se llama Berlusconate y presenta un extenso repertorio de declaraciones gafes, ocurrencias y chistes narrados o protagonizados por el difuntísimo primer ministro italiano y clasificados por materias. Me imagino que no estará todo, pues además de mucho mal gusto fue un gran machista y un burlador del fenómeno gay con expresiones dignas de mandarlo a un Comité iraní de los de la Vigilancia de la Conducta Moral. “Fue fantástica aquella vez que hablé durante 25 minutos de la Conferencia de Seguridad y Cooperación Europea (CSCE) sin saber de qué se trataba. (…) Yeltsin se lamentaba de que Europa no lo ayudaba a resolver la crisis de Chechenia a través de la CSCE y yo me preguntaba de qué estaría hablando. Cuando finalizó, se hizo el silencio, y el sueco Carl Bildt intervino para romper la embarazosa situación: “Aquí está el presidente de turno (se refiere al primer Gobierno Berlusconi, de 1994), que hable él”. Y se volvió hacia mí. Yo tuve un sobresalto, después percibí el ondear de la bandera tricolor a mi espalda y me dije que no podía hacer un penoso papel por el bien de mi país. Y hablé durante 25 minutos de Chechenia, de Europa, de la guerra. Después, Mitterrand me dijo: “Bien, el asunto queda en tus manos”, mientras que yo seguía preguntándome de qué se trataba. Apenas finalizada la cena, aparté a Felipe González a un lado y le dije: “Pero ¿tú sabes qué es eso de la CSCE?” Él empezó a reír y siguió riendo de manera incontenible hasta terminar sentado en el suelo…” (Corriere de lla Sera, 2/II/1998). Así empieza Berlusconate (Berlusconadas) y es que en Italia, el humor en la política goza de muy buena salud desde los tiempos de Cicerón, pero tal vez en nuestros días el éxito desborda todas las previsiones. Silvio Berlusconi, en cambio, desbordaba imaginación y se prestaba a difundir toda suerte de mensajes satíricos. Si un gobierno se midiera por la cantidad de chistes que corrieron sobre su presidente, el antiguo animador de Cruceros se llevaría la palma. Muchas de estas ocurrencias se refieren a la idea del poder absoluto y la relación entre Berlusconi y Dios (en una de ellas, Dios le pide explicaciones ya que Berlusconi lo ha nombrado sólo vicepresidente). También existe un verdadero filón en sus relaciones con los poderosos del planeta: Berlusconi y Bush, Berlusconi y Tony Blair, Berlusconi y el Papa… aunque diga sobre el Vaticano que es el país más pobre en agricultura ya que en cuarenta años solo ha producido cuatro Papas. En fin, que Berlusconi se nos ha ido pero nos ha dejado un libro no sobre economía, moral, negocios, Europa, sino un libro de chistes. Igual si los candidatos para las elecciones del 23 de julio ofrecen un libro parecido en lugar de un programa sesudo, hasta podían ganar las elecciones como las ganaba aquel tipo que nos trajo a ETB aquel programa de parejas que sacó a Ramón García del anonimato y lo proyectó a las grandes cadenas. Todo sea por la Tapia. Iñaki Anasagasti © elkarma.eus |
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