julio 11, 2023

Gora Euskadi: Mocedades

Paso tanto tiempo escribiendo sobre cómo los medios de comunicación se esfuerzan en formar las mentes y corazones de los ciudadanos rectos, que miran al futuro convenientemente guiados por periódicos que son brújula moral y amigo inflexible cuando toca serlo, que a menudo se me olvidan los que vienen detrás. La juventud. Aquellos que abandonaron la infancia y se adentran en la jungla de la adultez machete en mano. ¿Hacen los medios lo suficiente por ellos? ¿Señalizan convenientemente el terreno que deben recorrer los mancebos y mancebas con marcas luminiscentes para que no se desvíen por atajos inconvenientes? ¿Es la voz de la prensa, y por tanto de la razón, lo suficientemente cálida y firme para enseñar lo que deben pensar libremente? A su manera todos los diarios se esfuerzan, pero algunos lo hacen con más tesón que otros, como los cerdos de Orwell. Antes de continuar con mi disertación quiero dejar claro que, efectivamente, soy consciente de que el lector atento puede pensar que no es justo que las virtudes de las cabeceras de un grupo mediático concreto aparezcan en esta, mi humilde sección, tan a menudo, en demérito de otros rotativos, pero lo injusto realmente sería no reconocer el denodado esfuerzo de escultor de almas y conciencias de Vocento. Como iba diciendo, la prensa, para tutelar, debe acercar a la idiosincrasia de la juventud, a sus inquietudes y tribulaciones, lo que acontece en el mundo real, el de los mayores, para que comiencen a connaturalizarse con él. De este modo, El Correo del miércoles 14 de junio, a propósito de la prueba de acceso a la universidad, que marca la diferencia entre trabajar haciendo hamburguesas en McDonald’s y trabajar de encargado en McDonald’s, publica el titular a cuatro columnas “La «competitividad» y la «inflación» de notas disparan la media de Selectividad”. Cuántos matices.



Lo que podría parecer una simple información acerca de cómo las sucesivas reformas educativas han propiciado un clima de mayor rivalidad y cómo los centros de enseñanza, especialmente los privados, podrían estar subiendo las medias de sus alumnos para captar a padres indecisos en busca de colegio, va en realidad mucho más allá. Lo primero, de manera velada se le está diciendo al joven que la “competitividad” compensa. Se está trasladando que la identificación, enfrentamiento y anulación de otros sujetos con posibilidades, aunque sean remotas, de ser competencia es algo malo si hablamos de bullying, como apuntan las instituciones, pero totalmente lícito si nos sirve para alcanzar el éxito académico – laboral, como apunta la CEOE. Quién sabe si esas grabaciones para extorsionar a compañeros no acabarán evolucionando en el futuro en lucrativas escuchas a directivos de Planeta o videos con gente en paños menores de los que amargan campañas electorales. Lo segundo, el artículo introduce el término “inflación” como posible causante de la subida de la nota media de Selectividad para que el postadolescente se vaya familiarizando con él y se acostumbre a echarle mano cada vez que tenga que justificar el origen de algo. Los precios suben por culpa de la inflación. La extrema derecha sube por culpa de la inflación. Los flamencos abandonan Doñana por culpa de la inflación.

Que la nota media de Selectividad sea cada vez más alta mientras que la nota del Informe PISA sea cada vez más baja, o que esta columna presuma que los jóvenes hojean periódicos, precisamente cuando este mismo Informe revela que su comprensión lectora está por los suelos, encierra también otra lección de vida para la juventud. Que a veces no merece la pena hacerse tantas preguntas.

Héctor Sánchez © elkarma.eus

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