septiembre 29, 2023

Psico: Dacrifilia severa reincidente

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La dacrifilia es la filia sexual consistente en la obtención de placer a través de la contemplación de otro individuo llorando. Está íntimamente ligada al sadomasoquismo, aunque con matices. El psiquiatra Nicola Vativa, profesor emérito de la Universidad Luterana de Valdecardo del Morrillo, establece que ver llorar al prójimo es solo parte de la diversión. “Existen casos de sujetos dacrifílicos que sienten excitación sexual cuando ven a una viejecita retorcerse de dolor tras caerse en la acera o que alcanzan un orgasmo espontáneo cuando observan cómo su vecino de enfrente se abandona al llanto después de haberse olvidado rellenar la primitiva la semana en la que su combinación de siempre resulta la ganadora del bote. Pero son los menos”, puntualiza.
“Los individuos con dacrifilia no suelen ser oportunistas. Generalmente crean ellos la situación. Porque esto va de relaciones de poder, no de una fijación freudiana por las cebollas o los culebrones venezolanos”, concluye Vativa.

Lágrimas erógenas

Según las afirmaciones del psiquiatra, los dacrifílicos o las dacrifílicas (estadísticamente menos común) se “ponen más calientes que los huevos de un ciclista” cuando observan las lágrimas que ellos mismos han provocado mediante el abuso verbal o la tortura física, si bien conviene apuntar que suele tratarse de relaciones consentidas. La psicóloga Carlota Leguera, experta en trastornos del comportamiento y subcampeona de Castilla La Mancha de Carrete Filipino, considera que, sin bien la dacrifilia no es necesariamente una filia negativa, siempre que quede consensuado el papel del sumiso y el dominante, el problema surge cuando este comportamiento genera adicción y traspasa el marco de las relaciones sexuales. “Una cosa es que le pegue a mi pareja un zurriagazo con un tomo de la Espasa hasta saltarle un empaste, le caigan lagrimones, y eso me ponga berraca, lo que hace que a mi pareja se le acabe olvidando el empaste, y otra muy diferente que les diga a mis empleados que considero atractivos que no se hagan muchas ilusiones con reincorporarse al trabajo después de las vacaciones, solo por joder…”, explica Leguera mientras dibuja un croquis en la pizarra.
Puesto que no se trata de un trastorno del comportamiento, no existe terapia ni tratamiento para que el dacrifílico deje de serlo. Si existen, no obstante, centros de reunión de personas con dacrifilia en los que pueden reunirse para compartir experiencias y ver juntos maratones de la filmografía de Peter Weir o Renny Harlin.

Dra. Luisa Bergara © elkarma.eus

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