diciembre 18, 2023

Psico: Vinculación emocional con objetos

A lo largo de los meses hemos visto diferentes fenómenos o situaciones en las que el individuo decidía, de forma más superficial o más profunda, temporal o crónica, total o parcial, evadirse de la realidad o dejar la realidad apartada a un plano secundario.

Otro ejemplo de disociación entre la realidad (a menudo más mala que una noticia económica publicada en viernes, cargada de preocupación y responsabilidades) y la ficción (más maleable, gobernable y ajustable al estado de ánimo de la persona) es el establecimiento de vínculos emocionales con personas, objetos, paisajes o tradiciones que no existen o, al menos, no interactúan con el individuo.

No me refiero a las galerías de porno en Internet ni a los altares que algunas quinceañeras le construyen en secreto al Fary en su cuarto. Podrían ser ejemplos acertados, pero me centraré en el vínculo que ciertos sujetos tienen con personajes de videojuegos, de libros (cada vez menos) o de películas y series de televisión, así como con el entorno afectivo, laboral, temporal y geográfico de dichos personajes.

Hablo de la gente que se enamora del Comandante Sheppard, protagonista del videojuego Mass Effect, aprende hablar en Klingon (no sea que el futuro sea como en Star Trek y luego pidan perfil lingüístico en las oposiciones a oficial de mantenimiento de cabinas de teletransportación), o deciden estudiar medicina para poder codearse con el doctor House en las convenciones de empresas farmacéuticas. La ficción es creación y por lo tanto algo controlable. Camina sobre rieles y eso la hace muy atractiva a personas inseguras o con pocas ganas de problemas. Basta con leer el guión o seguir las pistas de la trama para saber comportarse y actuar sin éxito. Y aunque este no se de, las consecuencias son mínimas.

Psiquiatras y psicólogos especializados son partidarios de desarrollar terapias con estos sujetos consistentes en su participación en programas de voluntariado, para que sean testigos de situaciones vitales más desafortunadas que las suyas. Aunque muchos temen que, en vez de construir un pozo en un pueblo de Burkina Fasso, estos individuos acaben reclutando un pequeño ejército, en el nombre de Lara Croft, para encontrar el Tesoro Perdido de Salomón o las setas extraviadas de Mario, y de paso controlar el mercado de las contratas de mercenarios y el mercadeo con diamantes.

Dra. Luisa Bergara © elkarma.eus

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